— ¿Qué cosas te dicen esos niños mi niña? —su hija tranquilizándose dijo— que mis papis están mal de la cabeza y que soy su cosa fea...

Dicho eso volvió a romper en llanto.

Trago saliva y le sonrió a su pequeña.

— No les hagas caso a esos niños mi hermosa —le extendió un vaso con agua y la pequeña se calmó.

— Ve a jugar con tus primas corazón —Bella miraba desde en frente— busca a Julie.

La pequeña Mitzred dejó de llorar y se bajó de la falda de su padre quien seguía serio por la situación.

— Tranquilo Max son los otros niños —su hermano seguía serio y levantó su cabeza para ver si podía divisar a su hija.

— Niños imbéciles se atreven a hacer sentir mal a mi princesa —ella posó una mano en su hombro.

— Es pequeña Max solo podemos enseñarle a que esas cosas no tienen que afectarle...

Una señora los miraba y hablaba con otra mujer a su lado. Seguramente algunas de las tías chismosas.

— ¡Su hija es una réplica exacta de los dos! —dijo la mujer llamando la atención de otros en la mesa.

— ¡Mis mellizos tan grandes que están! —otra de las tías que era más conocida exclamó.

La mayoría de su familia no hablaban sobre lo que ellos habían vivido y tampoco opinaban sobre su hija. Todos respetaban y trataban de no tocar el tema por lo menos no cuando ellos estaban presentes.

— ¡Bueno tía Adele los chicos están grandes y en la universidad! -su madre se paró detrás de los dos.

— ¿Y como hacen con la niña? ¿que le dijeron a ella? —la mujer era grande y sonreía con cada pregunta,  mostrando su dentadura.

— ¡Mi hermosa nieta tía! ¡ahora a seguir disfrutando de la comida!

Estaba agradecida por su madre y por el cambio que había hecho.

Salieron afuera donde se encontraban primos de su edad y a su vez podrían ver a Mitzred.

Aquellos primos que había visto de adolescente ya eran adultos muchos trabajadores y con  sus vidas.

— ¡Maddie! ¡Max! —uno de sus primos los saludo amablemente.

Había varios con los que hablaban y tenían buena relación, aunque con otros que no se dirigían la palabra.

— ¿Entonces ustedes dos lo hicieron? —una de las primas detestables pregunto.

Todos quedaron atónitos a la pregunta tan fuera de lugar de la mujer.

— ¿Cuál es tu problema Tina? —la actitud de aquella mujer la estaba cansando.

— ¡Paso hace tiempo dios mío! A menos que sigan teniendo una relación enfermiza a escondidas...—la mujer dio el último soplo a su cigarrillo.

Esta vez su paciencia era poca sentía la necesidad de arrancarle los pelos aquella mujer indeseable.

— Maddie cálmate... —Max la tomó por la cintura.

— ¡Déjame darle su merecido a esa perra estúpida! —grito desesperada.

— Vamos adentro —ingresaron nuevamente al salón .

No quería sentarse en la mesa porque tendrían que escuchar a las señoras y si iban afuera estaban con personas que no querían hablar.

— Hijos ¿Qué sucede? —su madre apareció con una fuente en sus manos.

Antes de que pudieran hablar Julie apareció.

— ¡Tíos! —ambos simultáneamente siguieron a Julie— ¡Es Mitzred!

Otros niños correteaban y detrás de un arbusto se encontraba su hija llorando.

— ¡Mami! —su hija rompió en llanto.

— ¿Mitzred que sucedió? —llevo a su niña adentro y todos miraban preocupados.

— Ese niño me-me quiso to-car —y rompió nuevamente en llanto.

— ¡¿Quién te quiso tocar Mitzred?! —preguntó enojado Max— ¡Mitzred!

— ¡Cálmate Max!...dime pequeña —empezó a mirar cada parte de su cuerpo— ¿te toco mi niña? ¿donde te toco?

Trataba de mantenerse tranquila para que su hija pudiera hablar.

— El niño que me dijo que estaba mal de la cabeza —entre cortada mente hablo— que mis papis eran hermanos y que hacían cosas que no deben hacer los hermanos

Al escuchar esto trato de calmarse.

— ¿Quién le hizo eso a tu prima? —Bella le pregunto a Julie.

— Jefferson —Max al escuchar eso abrió la puerta que daba al patio bruscamente.

Jefferson era uno de los hijos de Tina.

Conocía lo suficiente a Max para saber cómo el enojo muchas veces podía negarlo.

Su madre tomó a Mitzred y ella salió al patio.

— ¡Mocoso de mierda! ¡No vuelvas intentar a tocar a mi hija! ¡Ni vuelvas a decirle algo así niño bastardo! —grito para luego soltarlo bruscamente.

Tomo a Max del brazo y entraron.

No iban a quedarse menos sabiendo cómo estaba su hija.

— Son travesuras de niños creo que están exagerando estos jóvenes —comento una de las tías.

— ¿A usted le parece una travesura que quieran tocar a mi hija sin su consentimiento? —enojada tomo su bolso y abrigo— ¡Por gente como usted a abusan a millones de muchachas!¡las violan y torturan!¡vergüenza debería darle por pensar de esa manera!

Max llevaba a Mitzy en sus brazos.

Nadie dijo nada sus padres entendían y no los obligarían a quedarse.

Mitzy se había quedado dormida y el camino a casa fue silencioso. Las lágrimas mancharon su rostro, las manos de Max tensas sobre el volante.

Entraron al departamento y dejaron a su hija en su cama.

— Feliz navidad mi Maddie... —dijo Max abrazándola y depositando un beso en su mejilla.

Esa noche durmieron juntos abrazados sin decir ni una palabra, nada ocurrió, solo el latido de sus corazones mirando al techo de la habitación.  Como las noches que pasaron en esa oscura y vieja celda...

NarbenWhere stories live. Discover now