20~Enojos

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— Mami perdóname no quise decir eso —el llanto de mi pequeña niña se escuchaba a lo lejos.

— Maddie... —la voz de Max me hacia saber que el también estaba llorando— perdóname...

La luz en frente mío y el pitido de una máquina.

— Mamii —Mitzy se abalanzó sobre mi.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al escuchar y ver a mi pequeña llorar desconsoladamente sobre mi pecho, la abracé con fuerzas y deposite un beso sobre su cabeza.

— Perdóname mi pequeña bebé —la abracé más fuerte— lo siento tanto mi niña hermosa... mami casi comete una estupidez...

— Papi estaba llorando mucho mami —mire a Max quien se encontraba de pie al lado de la cama.

Max también se inclino y depósito un beso en mi frente.

— ¿Por que hiciste eso mi Maddie? —ambos nos miramos a los ojos— ¿Ibas a dejarnos solos?

— Lo siento tanto yo solo necesitaba sacar todo ese dolor y no pensé en las consecuencias... —despues de decir esto entro la doctora.

Solo debía quedarme un tiempo en la clínica hasta que me sintiese mejor y que con ayuda terapéutica podría salir de ello.

Unos meses bastaron para que pudiese sentirme mejor al principio hablar de lo ocurrido no era algo que me hiciese sentir bien pero fue difícil aunque lo logre.

Sentía miedo y dolor de que volviera a ese lugar, pero entendí que ya era libre.

Mi padre me recogió y me llevó hacia el departamento.

— ¡Mamiii! —mi pequeña hija de tres años vino corriendo a mis brazos.

— ¡Bienvenida a casa hermosa! —Max tambien se acercó para luego envolverme con sus brazos.

Todo había cambiado la depresión era el punto más oscuro por el que tuve que pasar en mi vida.

La vida continuaba a pesar de mi intento fallido de suicidio, y Mitzred pronto empezaría el jardín de infantes.

Solo bastó una llamada poco agradable recordando el lugar que Max y yo debíamos tomar para nuestra hija.

Era algo que me fastidiaba bastante, me molestaba el hecho de que nos recordaran eso y que en lo profundo de mi corazón sentía que nuestros padres tenían algo que ver en ello.

(...)

— Te quedarás conmigo y no te separaras de mi —repiti acomodando la mochila de Mitzred sobre su espalda— ¿y cuando estés con papá tampoco te separes de él me escuchaste?

Caminanos por el campo de la universidad y entramos al edificio.

Solo algunas disimuladas miradas nos observaban, entre al salón y me dirigí hacia donde estaban mis compañeras.

— ¡Hola Maddie! ¿Ella es tu hija? —una de las muchachas saludó.

— ¡Hola extraña! —mi hija la miro sonriente.

Aquella mañana no habían niñeras y el jardín no había abierto. No tenían con quién dejar a la pequeña.

Salieron al campus y a lo lejos Max se encontraba con sus compañeros.

— ¡Papi! —Mitzred salió corriendo a lo que el la recibió con los brazos abiertos.

— ¡Mi princesa hermosa! —el la levanto alto.

Amaba ver aquellos momentos entre su hija y Max.

— ¡Que hermosa hija tienes! —comento Natan uno de sus amigos.

NarbenWhere stories live. Discover now