— ¡Es una réplica de ti Max! —exclamó una chica pelirroja de ojos claros.

Me acerque hacia ellos con algo de timidez.

— Chicos ella es mi hermana Maddie —Max me presento ante sus compañeros.

— Mucho gusto Maddie —un muchacho sonriente la saludó al igual que los demás.

— ¿Esta noche haremos maratón papi? —preguntó la pequeña que aún seguía en brazos.

— Claro que sí mi pequeña —dicho esto la bajó de sus brazos.

Lo mire seriamente porque sabía que muchas veces el no cumplía.

El solo le sonrió y asintió.

<<Solo espero que cumplas>>

Luego de todo lo que había ocurrido Max se había vuelto más disonante, pero no sólo conmigo sino también con nuestra hija.

Y por mi mente solo cruzaba un pensamiento y eso era algo que no me hacía sentir para nada bien.

¿Habría otra mujer en su vida?

Tampoco era algo que debía importarme y solo debía encargarme que cumpliera con Mitzred.

— ¿Mami? —mi hija apareció con sus ojos llorosos.

Aquella imagen que me partía el corazón.

— Pronto llegará no llores mi pequeña —las lagrimas de aquella niña de tres años no tardaron en salir.

Lleve a Mitzred a la cama y la acurruque en mi pecho, esperando a que conciliara el sueño. Mi hija estaba sufriendo y eso solo hizo crecer enojo en mi.

Mire hacia el reloj sobre la mesita de noche.

4 a.m

A lo lejos escuché la puerta del departamento abrirse.

Volví a cerrar mis ojos que estaban algo hinchados de tanto llorar, antes observé a mi pequeña dormir.

Escuche unos pasos acercándose a la puerta de la habitación pero luego se alejaron.

A la mañana siguiente levante a Mitzred y le sirvi su desayuno.  Era pequeña pero inteligente. Había veces que su carácter era parecido al de mio.

Mitzred comia con enojo. La mesa de la cocina era pequeña pero caviamos perfectamente.

Y por el pasillo apareció aquel hombre que nos había hecho esperar y había roto el corazón de mi pequeña.

— Buenos días mis hermosas mujeres —dijo esto y se inclinó para depositar un beso en la cabeza de Mitzred.

Pero ella tomó su plato y lo aventó tirando al suelo la comida y golpeando el rostro de Max.

— ¡Mitzy! —el frunció el ceño llevándose la mano a su cara.

La pequeña dirigió su mirada hacia mi y en cuestión de segundo sus ojos se llenaron de lágrimas.

Sin decir más nada tome a Mitzred en brazos, tome sus cosas y sali de allí.

— ¡¿Que les sucede?! —fue lo último que escuche antes de salir.

Paseamos por todos lados tratando de que mi hija se sintiera mejor. Horas después regresamos a casa encontrando a Max tendido en el sofá.

— Ve a jugar a tu habitación —mi pequeña asintió y salió corriendo.

Max se levantó de su lugar con su teléfono en la mano.

— ¿Por que no contestabas mis llamadas? —reprocho acercándose a mi.

— ¡No vuelvas a jugar de esa forma con Mitzred! —grite enojada— ¡por lo menos podrías llamar para decir que no vendrás! ¡estuvo llorando por tu culpa Max!

Al recordar aquella escena hacia que creciera mas el enojo.

— ¿Pero sabes que? ¡No permitiré que juegues así con mi hija y conmigo! —sentía ganas de llorar pero no iba a darle el gusto— ¡nosotras nos iremos de aquí! ¡tu haz lo que quieras con tu estúpida vida!

Mi hermano quedó inmóvil y mirándome sorprendido por lo que acababa de decir.

— ¡No voy a permitir que se vayan de aquí Maddison! —el me tomo del brazo— Mitzred también es mi hija.

— ¿Haces algo por tu hija? ¡No nunca estas y cuando dices que lo harás no lo haces! —me libre de su agarre bruscamente.

Con esa advertencia el entendió que ella no dependía de él, que si ella quería podía irse de allí.

Las cosas empezaron a cambiar un equilibrio en sus vidas. Sin dejarse llevar por las emociones y cumpliendo con aquello que los unía, su pequeña Mitzred...

NarbenWhere stories live. Discover now