Capítulo 26: Una historia de odio

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La Cárcel de Máxima Seguridad de Metrópolis se divisaba desde lo lejos, bañándose con los rayos del sol que a esas horas calentaba todo el territorio.

Era un edificio monolítico impresionante, sin ventanas, dentro de cuyas paredes se custodiaba a algunos de los criminales más peligrosos del mundo.

Superman caminaba por los pasillos del recinto, escoltado a sus lados por el alcalde y por un abogado que bebía relajadamente una coca cola, en botella de plástico, por supuesto.

–Los términos de mi cliente prohíben cualquier contacto humano directo –advirtió el letrado en tono firme.

–Eso no será problema –le comentó Superman. "Humano" no incluía a los kryptonianos.

–Si se van a violar las condiciones de encarcelamiento, exijo a mi representado el derecho de renegociar ciertos privilegios.

Habían llegado hasta una puerta de metal flanqueada por dos guardias uniformados de contextura fornida y estatura más que considerable.

Superman se dirigió al abogado con amabilidad.

–Aléjese.

–Debo insistir –señaló el licenciado.

–Dije aléjese –la voz de Superman se escuchó un poco más dura.

El abogado le sostuvo la mirada por un momento. Pero convencido, finalmente, de que era lo mejor, bajó la cabeza y se hizo a un lado.

Luego el alcaide depositó una tarjeta de acceso en una ranura especial. La puerta emitió un pitido y apareció un panel de escaneo retinal.

Una vez realizado el ritual los engranajes comenzaron a girar y se escuchó un silbido desde la maquinaria.

–Supongo que no tengo que decirle que tenga cuidado –le habló a Kal-El uno de los guardias.

Las cerraduras de las puertas hicieron un sonido que anunciaba sin lugar a dudas que toda resistencia había sido anulada. Las gruesas puertas se abrieron haciendo un último ruido, quizás como un intento final de advertencia.

Ya solo quedaba pasar y Kal-El comenzó a andar por el pasillo mientras meditaba que para cualquiera que desconociera la situación le podrían parecer excesivas tantas precauciones para custodiar a un solo hombre, no obstante, quien conociera el intelecto superior y maquiavélico de ese hombre sabía de sobra que cualquier medida adoptada estaba más que justificada.

La celda de seguridad era sobria, sin ventanas. Había un televisor en la pared. La cama, la silla y la única mesa estaban fuertemente atornilladas al piso. Y sentado sobre la cama se veía la silueta del hombre que ocupaba dicha celda.

–Estuviste extrañamente ausente estos últimos días. ¿Has estado fuera, Kal El?

–Hola, Lex –Superman contestó a lo que él había interpretado como un saludo.

–¿Es una noche oscura para el alma?

El prisionero extendió una de sus manos con sus uñas largas y afiladas en dirección a un interruptor. Cuando la luz iluminó el lugar apareció un hombre bien parecido con uniforme de prisión y con la cabeza completamente calva.

Lex Luthor. Entre ellos había un añejo pasado de confrontaciones. Desde Smallville, a donde un joven Lex, heredero de la fortuna de la familia Luthor, había ido a pasar un verano (e hizo un uso desmedido de su poder e influencias), hasta la adultez de ambos y la aparición de Superman, sucediendo que después de incontables episodios de hostilidad y tramas urdidas por el entonces poderoso Lex Luthor, al fin, el genio malvado fue derrotado y puesto en evidencia como lo que era: un corrupto y genocida. Luego de eso terminó en esa inexpugnable celda.

BATMAN VS SUPERMAN: ASYLUMKde žijí příběhy. Začni objevovat