—T-Toma una, si quieres, Neji-nii-san... h-hice demasiadas —sonrió amablemente.

El chico la observó y, tras vacilar unos instantes, tomó un par; dio media vuelta y comenzó a marcharse, aún con la toalla en mano. Sin embargo, antes de abandonar la cocina, dijo —Hinata-sama, irás a visitar a ese compañero de equipo tuyo —no era una pregunta. Como era habitual en Neji, no se trataba de una interrogación pues él no hacía preguntas cuyas respuestas ya sabía. No, simplemente estaba confirmando que su deducción fuera cierta. Algo que siempre hacía.

Hinata, una vez más, asintió con la cabeza —Y a N-Naruto-kun...

Neji hizo un gesto afirmativo, más para sí que para la chica —Entiendo. Hinata-sama...

—¿S-Si?

—Está lloviendo.

Ella volvió la cabeza y observó las pequeñas gotas de agua fría golpear contra e cristal de la ventana de la cocina. Luego, observó –una vez más- a Neji gotear desde su cabello, su nariz hasta sus pies descalzos y al suelo de madera de la cocina, y asintió. Lo sabía, Neji había estado hasta el momento entrenando junto con el padre de ella en el jardín delantero, bajo el aguacero, y ella había observado la batalla en silencio. Intentando examinar la forma de mejorar sus movimientos pues no quería volver a sentir que era dejada atrás, que su fuerza y habilidades aún no eran suficientes. Que no era útil para ayudar a Naruto. No quería volver a ser dejada atrás en una misión crucial como la que había pasado una semana atrás y a la cual había acudido solo como mero refuerzo. No quería volver a sentirse débil nunca más.

—L-Lo se, Neji-nii-san —Hinata sabía, además, que esa era la forma en que Neji daba a entender que se preocupaba por su salid y bienestar. Aún si nunca dijera una palabra como "cuídate" o "no salgas", ella lo sabía. Neji nunca la detendría ni se entrometería en sus asuntos y juzgaba que ella era perfectamente capaz de hacer lo que deseara sin ser importunada. Así era él, pero –de una forma u otra- se preocupaba por los demás. Demostraba empatía y, a veces, hasta suavizaba su semblante y se dejaba relajar en compañía de otras personas. Aunque no las necesitaba. Y, a veces, solo a veces, Hinata tenía la fortuna de presenciar uno de esos raros momentos donde el joven Hyuuga manifestaba algo más que respeto por otro ser humano. Ese momento, era uno de esos.

Él asintió, dio un paso más y, antes de abandonar la cocina, volvió a soltar una última palabra. Su tono era serio, frío y quizá indiferente e insensible, pero el hecho de que alguien como él se molestara en decir tal cosa lo decía todo —Gracias.

Y, sin decir más, Hinata quedó nuevamente sola en la cocina. Una vez que terminó de limpiar el desastre que había hecho al volcar la taza de té, vertió algo de agua caliente nuevamente en dos tazas, colocó las delgadas hebras y aguardó unos minutos a que estuviera listo. Mientras tanto, sacó las últimas galletas del horno, las cuales aún estaban calientes, y las colocó en el interior de una pequeña canasta de mimbre cuyo interior se encontraba forrado con un mantel lavanda. Las acomodó en el fondo prolijamente, como siempre solía hacer. Coló las hebras de té de ambas tazas, sin azúcar tanto para su padre como para Neji, como siempre era la costumbre. Colgó la cesta por la abrazadera de su brazo, tomó la bandeja con ambas tazas y con la tetera y, con pasos lentos y cortos, llegó hasta la sala donde permanecían su padre y Neji arrodillados frente a una mesa de té baja, y la depositó con sumo cuidado.

Su padre, como era de esperarse, le dedicó una mirada severa y se dispuso a regañarla. Neji, por su parte, aguardó en silencio —Te demoraste demasiado.

4X:Aireحيث تعيش القصص. اكتشف الآن