Reyes del invierno.

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Adrien miraba con algo de preocupación como la chica que recién había afirmado que su amor era mutuo, no sacaba su cara de una almohada.

Estaba intentando no tener celos pero aquella cosa llevaba tocando los labios de Marinette mucho tiempo.

Dudoso, el chico se recostó a su lado, esperando no ser despachado por ella en cuanto lo percibiera.

-Emm... ¿te puedo dar otro beso?

Le preguntó nervioso a lo que ella asintió, mostrándole su mejilla que aún estaba sonrojada, para que este la besara.

El rubio rápidamente aclaró lo que el quiso decir, igual de nervioso.

-Me refiero a un beso en la boca.

Ella lo miró negando, mientras giraba su cuerpo intentando asimilar lo que había pasado minutos antes en la torre de París.

Ahí se encontraban dos jóvenes recostados sobre una cama, mirandose mutuamente, recargados cada uno sobre su propio costado.

Marinette no pudo evitar sonreír al mirar el sonrojo que ella había provocado en el rubio, sintiendo que el también estaba pasando por lo mismo, sabiendolo disimular él de mejor manera.

Sus temblorosas manos se postraron en el pecho de su contrario y con cuidado dejó que el chico tomara su cintura, atrayendola y deslizandola sobre la cama, acercandola a el.

Miró a sus azules ojos cerrarse y para después cerrar lentamente sus verdes, sintiendo como la distancia entre sus bocas se eliminaba totalmente.

Sus labios deslizarse uno sobre otro, sus cuerpos cercanos y como de un momento a otro aquel beso se había salido de sus labios, dirigiéndose a su clavícula y cuellos.

Sus lenguas toqueteando sus labios, introduciéndose en el beso que jamás imaginaron iba a dejar de ser inocente.

En ese momento valía la pena olvidarse de todo y simplemente dejarse llevar hasta que la cordura los parara.

Unos kwamis que recién llegaban de la cocina después de robar queso y galletas, se quedaron sorprendidos al ver como los que ellos creían que eran sus inocentes portadores, estaban por olvidar que querían casarse de blanco.

Plagg se limitó a gritar,  solo fue con ayuda de Tikki, por un balde de agua fría.
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El aire tan frío como la cubetada que Plagg le lanzó a los hormonales de sus portadores, comenzaba a llegar a la ciudad y abrigos ligeros comenzaban a llevarse.

El horario de clases transcurría con normalidad hasta que un llamado inusual tuvo que ser acatado por todos los alumnos del plantel.

Personas de todos los grupos salían de sus salones en orden tras haber sido citados por su director de ideas exóticas.

Luka saludó a la azabache al encontrarla abrazada del rubio, no evitando mirar como la chica tenía una marca en su cuello.

¿Le había picado un mosquito?

Pronto observó como Adrien también tenía uno en la clavícula y negó.

¿Desde cuándo había tantos mosquitos en París?

A menos que...

Pronto su lógica hizo acto de presencia descubriendo que había sido derrotado catastróficamente.

¡Ni siquiera se dio cuenta cuando perdió!

Pronto la voz del señor director se escuchó, haciendo que todos guardaran silencio y salieran de sus locos pensamientos.

-Verán, necesito reyes para el invierno. Se que normalmente es de la primavera pero odio el calor.  ¿Voluntarios?

Chloe y Lila estaban por hablar hasta que Adrien alsó la voz.

-¡MARINETTE!

El silencio inundó por unos minutos el lugar hasta que la voz de Alya resonó en el lugar.

-¡LARGA VIDA A LA REINA MARINETTE!

Su grupo de amigas la secundó, mientras que todos los conocidos y personas que Marinette alguna vez había ayudado, la proponían para ser su reina.

Luka no se quedó atrás y demostró lo de acuerdo que estaba, porque a pesar de todo eran amigos.

Cuando menos se dieron cuenta, todos estaban apoyando a Marinette, excepto ciertas personas que consumían su rabia para sus adentros.

Y la reina ojiazul miraba aterrada como todos comenzaban a gritar su nombre, sintiendo a su lado el apoyo del que con gusto aceptaría como su rey.

-Bien, ustedes dos serán los reyes del invierno.
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Luka miraba irse entre besos a los futuros reyes del invierno sobre la acera, sintiéndose extraño.

Pensó que perder la oportunidad de estar con la azabache iba a ser mucho más doloroso de lo que en realidad estaba siendo.

No le había dolido en lo absoluto.

Era extraño, pero sentía incluso un poco de satisfacción de verlos juntos.

¿Por qué? Era la gran pregunta.

-¿Nos vamos?

Se escuchó a su espalda la voz de una fracturada japonesa, haciéndole sonreír al instante.

Rápidamente el guitarrista giró donde ella, tomandola de su brazo sano dispuestos a ir por un helado.

Oh, ahí estaba su respuesta.

Fin.

Y así concluye una bonita historia que llevo haciendo desde 2019.

Fue una de mis primeras historias.

Esperen el epílogo, aún tengo ideas que me gustaría poner.

Me dejé llevar un poco al principio. Hoy la escritora estaba apasionada, me reservaré a decir razones :)

En fin, disfruten.

Larga vida a la reina MarinetteWhere stories live. Discover now