Capítulo 3: Vencer los miedos.

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Alice se marchó. Siento como si una bomba hubiera sido detonada entre mi cabeza y mi corazón. Es extraño, nunca la he tenido cerca, pero siempre la he sentido muy cerca. Es difícil echar de menos a alguien que nunca has tenido, pues no te puedes lamentar, ni renegarle porque se marcha.

En fin, así es el maldito amor.

Paul decidió que comenzaríamos con la "Operación: hablarle a la vecina" "Operación: vence tu timidez" "Operación: expresarse." "Operación: Cierra El pico, McCartney" (entre algunos de los nombres mencionados aquel día).

Así que en lugar de marcharme a casa a hacer nada, con Paul nos marchamos a un parque cercano después de los ensayos.

—Debes vencer tus miedos —espeta McCartney dejándose caer en el suelo.

—¿Y tú crees que eso es muy sencillo para mí?

—No. Obvio que no. —Guarda silencio—. ¿Cuáles son tus miedos?

—No sé... —Me encojo de hombros—. Tocar fatal un acorde, que un día despierte, vaya a la despensa y no haya comida...Comer un sándwich en mal estado...¡Dios, eso sería horrible!

—Me refería con respecto...a Alice... —Paul frunce el ceño—. ¿De verdad te asustaría no tener comida o comer un sándwich en mal estado?

—¡Claro! —digo alterado.

—Bien... —Su voz denota confusión—. Ahora...con respecto a Alice.

No debo pensar mucho, conozco mis miedos con respecto a Alice. Los he estudiado desde hace dos años y aún así no he logrado vencerlos.

—Que no sepa ni mi nombre, que me encuentre cobarde, que no le agrade, que crea que soy un perdedor...

—¿Te sucede eso con otras chicas? -pregunta Paul poniéndose en plan psicólogo sentimental.

—No, desde que entré a The Quarrymen se me hace muy fácil...

—¡Ahí está! Debes hablar con Alice de la banda.

—¿Qué? No quiero parecer un presumido. Además, no voy a llegar y decirle: Hola, soy George y toco en una banda. —Hago una mueca.

Paul me miraba como si fuera lo más natural que hiciera aquello. Da un bufido.

—Bien.. Entonces...¡Ya sé! Tú necesitas practicar —dice con emoción—. Esta noche saldremos.

—Sabes que no podemos entrar a los bares, nos tiran de una patada hacia fuera.

—No iremos a un bar. Iremos a un lugar donde nadie te conoce, lo cual será perfecto para que hables con chicas. ¿Sabes? Te presentaré a una amiga...

—No sé...—Rasco mi nuca—. No creo que esto sea buena idea.

—Tranquilo, Harrison —dice mi amigo con un bufido y luego sonríe—. Te espero aquí a las 23:45 hrs.

Me da una palmada en la espalda y se marcha.

Me voy a casa no muy convencido del plan de McCartney. Tengo claro que mis padres no me dejarán salir así que tendré que escaparme. Por el camino planeo mil y una formas de escape. También excusas para que no entren a mi cuarto.

Decir que me encuentro mal y que quiero estar solo sería peor. Mi madre entraría cada cinco minutos a mi habitación. Opto por actuar normal.

Hice como si nada pasara. Durante la cena hablé lo justo, como siempre. Comí bastante, como de costumbre. Y me retiré a mi habitación después de una larga charla. ¿Que si estaba nervioso? Bastante. No era la primera vez que me escapaba, desde que conocimos a John, lo hacíamos muy a menudo, pero estaba muy nervioso esta vez. Quizás me atemorizaba más el lugar al que me llevaría Paul.

Cuando noto que el silencio reina en casa, ya no hay rastro de luces encendidas y los ronquidos de mi padre ya se escuchan hasta unas tres casas más allá de la nuestra, entonces sé que ya es el momento. Ya casi estaba en la hora. Bajo por mi balcón, dejo el ventanal entreabierto para luego poder entrar. No me cuesta bajar, ya me he acostumbrado. 

Corro hasta la esquina de la calle, cuando ya estoy lejos de casa camino para recuperar el aliento.

Llego al parque, Paul está esperando apoyado en un árbol. Al verme me hace una seña. Me acerco a él y comenzamos a caminar.

—¿Te costó mucho escapar? —pregunta Paul con su sonrisa medio ladeada y su sutil pronunciación.

—No. ¿Acaso no lograbas escuchar los ronquidos de mi padre?

—Aaah, así que eso era el ruido —bromea.

—¿Volveremos muy tarde? Sabes que lo más difícil es entrar y que no te oigan.

—Sí, sabes que lo sé muy bien...—Hace una mueca y luego ambos reímos.

Meses atrás con Paul nos escapamos influenciados por John, volvimos casi a las cinco de la mañana. Al entrar por el balcón me tropecé. Mi padre a esa hora tiene ya el sueño bastante ligero y me oyó. Entró con un bate a mi habitación y casi muero. Bajó el bate al notar que era yo gracias a que mi madre gritó: ¡ES GEORGE! ¡ES GEORGE!

 Fue una horrible experiencia, por suerte inventé una buena excusa (o eso creí yo) y se marcharon a dormir.

Las calles están oscuras y casi no transita gente.

—¿Dónde iremos? —pregunto rompiendo el silencio del entorno.

Paul mira hacia atrás, como comprobando que nadie venga, o quizás, que ya estemos lo suficientemente lejos de casa.

—John me mencionó un lugar donde podríamos reunirnos...

Miré a Paul con los ojos desorbitados.

—Espera. —Me frené en seco—.  ¿John qué?

Paul me miró confuso.

—Paul, te dije que no quería que entrometieras a John en esto...él no...—bufo y corrijo— su actitud y sus juntas no son los modelos de conquista para atraer a alguien como Alice.

Paul pone los ojos en blanco con relajo y se acerca a mí.

—John sólo me dijo un lugar, ni él ni sus amigos están involucrados en esto, George.

Paul alza las cejas y me invita a continuar caminando, accedo desganado.

Something.Where stories live. Discover now