Capítulo 1: Deprimente amor.

592 57 6
                                    

Otra vez me encuentro aquí, fingiendo fregar los platos mientras observo por la ventana que da justo a su cocina. Esperando verla pasar. Llevo demasiado tiempo así y no hay rastro de ella. Así que cierro el grifo y seco mis manos. Me dirijo cabizbajo a mi habitación sin decir nada y tomo mi guitarra. Toco algunos acordes.

Mi nombre es George Harrison, tengo 15 años. Toco en un grupo, nos llamamos The Quarrymen. John, quien creó el grupo es el mayor. También está mi amigo Paul y dos compañeros de Lennon con los cuales no hablo mucho. Paul convenció a John para que me dejara entrar, él no quería pues "era muy pequeño" pero le enseñé que tengo talento. Estar en una banda, te hace un tipo alucinante a la vista de las chicas. Y lo he notado, muchas chicas que antes no sabían ni mi nombre ahora me miran y coquetean. Pero no creo que sea suficiente para llamar la atención de ella y eso que vive a unos metros de mí.

Recuerdo el día que llegó. Vestía un vestido floreado y llevaba una coleta alta, con una cinta y su flequillo recto. Aquello fue hace dos años, pero recuerdo su sonrisa como si hubiera sido ayer. Cada día pienso si algo sería diferente si le hubiera hablado en aquel momento. Si le hubiera dado la bienvenida o la hubiera ayudado con su maleta...¿quién sabe? Quizás al menos ahora sabría de mi existencia. Quise hacerlo pero no fue así. Me quedé quieto, observando. Escondido como una sombra.

Dejo mi guitarra a un lado y me recuesto en la cama.

—¡George, saca la basura! —escucho el grito de mi madre proveniente del primer piso.

Me levanto rápidamente. Antes hubiera renegado entre dientes pero sacar la basura era una posibilidad de que quizás, sólo quizás, ella me viera. O la sacara al mismo tiempo y se fijara en mí.

Que bonito es soñar.

Bajo las escaleras a toda prisa y tomo la bolsa de la basura. Siento su voz afuera así que intento ser lo más rápido posible. Llego casi corriendo a la puerta pero cuando yo abro, se escucha su puerta cerrar. Otra vez será, siga participando —me dice una molesta voz interior—.

Tiro la bolsa con rabia al contenedor. Me quedo unos segundos mirando su puerta y luego entro.

Lo peor de todo esto no son sólo mis intentos fallidos por hacerme notar frente a ella. Además debo aguantar cada día verla con aquel idiota de Fred, su novio. Fred es el grandísimo idiota. Va en mi colegio, compartimos algunas clases. No lo soporto. Es un matón, trata horrible a las chicas, a todos los que se cruzaran con él. Siempre se besuquea con todas. Ni para eso puedo armarme de valor, ni para contarle lo que hace ese estúpido

Yo lo detesto, y si se llega a enterar probablemente me rompa la cara.

Por alguna razón él no se mete conmigo. Desde que estoy en la banda me he ganado cierto respeto. Además, su tía es una íntima amiga de mi madre.

Mi balcón esta justo al lado del de ella. Ni así soy capaz de hablarle. Es como si todo conspirara a mi favor para hablarle pero no me salen las palabras. Aunque es raro verla en el balcón. Normalmente, la veo leer en un sofá rojo que tiene en su habitación.

Este deprimente amor, te convierte en espía. Aunque un espía diferente. Espías con cautela pero por alguna razón lo único que quieres es que ella se fije. Que te descubra de una vez.

Y así es mi triste vida. Intentando llamar la atención de alguien que ni si quiera debe saber que existo.

Something.Where stories live. Discover now