Rosemary and bitters mimosa (Kingbury)

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—¿Sammy?

—Veo que aún tengo el toque —entrecruzó sus dedos y apoyó su mentón en estos, sonriéndole a George—. Tu turno. Sorpréndeme.

—¿Seguro? —George no parecía haberse recuperado de la sorpresa, pero aun así preguntaba.— Puedo hacerte uno con helado y refresco.

—George, soy un hombre de palabra.

—Lo sé más que nadie, créeme —se arrimó a la barra, apoyándose en sus antebrazos para acercarse al rostro de Samuel.

—Y me vas a preparar algo que tenga alcohol. Aunque no haya nadie más aquí para que me vea hacer el ridículo —rio suavemente, apartándose y dándose una vuelta en la silla, quitándose lo último de nerviosismo que le quedaba.

—¿Y yo estoy pintado o qué?

—¡Entonces ese era tu malvado plan! —ahogo un grito y negó, tratando de aguantarse la risa— ¡Eso es...!

—¿Qué es, Sammy? ¿Qué es? —le preguntó George, burlándose, esperando una respuesta que obviamente no iba a llegar.

Samuel se cruzó de brazos y de inmediato George se quedó sin palabras, se tomó unos segundos para parpadear y reiniciar su cerebro, entonces volvió a hablar:

—Está bien, lo admito, tengo la esperanza de que seas completamente... adorable —susurró lo último— estando ebrio. Aunque, como buen novio que soy, ya sé que estás de acuerdo con eso, no te haré nada demasiado fuerte —de nuevo, le guiñó un ojo.

—Continúa antes de que me arrepienta.

—Uh, mandón, me gusta.

Con eso, Samuel tuvo que evitar poner los ojos en blanco y solo vio como George acomodaba frente a él una copa alta y triangular, una botella grande y verde que en su etiqueta decía que era champán, cuatro naranjas, un limón, una botella pequeña y oscura y una ramas de romero, el único olor con el que estaba familiarizado.

Al ver que George se lo quedaba mirando, supuso que esperaba que dijera algo. Así que lo hizo.

—¿Champán? —fue primero a lo seguro.

—Correcto.

—Y esas son naranjas y un limón, y lo que tienes ahí es romero —enumeró Samuel como un experto de licor, cuando en realidad eran cosas que tenía a la mano en la granja.

—Qué inteligente, querido. ¿Y esto? —le acercó la botella pequeña que aún no descubría qué era.

—¿Esencia de vainilla?

—Nope.

—¿Más licor?

—Casi.

—Me rindo, dime.

George abrió el frasco y lo dejó sobre la barra, de inmediato un olor amargo le llegó a su nariz.

—Oh, amargo, por eso preguntabas qué quería.

—Pienso en todo, ¿no? Okay, ¿listo? —se volvió a acomodar las mangas de su camisa estampada.

—¿Para qué?

—Sammy, bienvenido a mi seminario de cócteles y bebidas de bajo contenido alcohólico para pasar el verano.

—Oh, vaya.

—Puedes demostrar más emoción, diletto —George le acarició la mejilla, de repente, Samuel había sido teletransportado a sus primeras clases de italiano.

—Está bien, ¡wow! Un seminario —aplaudió, rebotando su pierna de arriba abajo.

—Lo primero que tienes que saber es que una mimosa es el primo del spritz —sacó un corcho y trató de abrir la botella de champán, a las finales, Samuel terminó abriéndosela—, se combina champán y, si eres raro como los australianos, vino espumoso, con jugo de naranja. Curiosamente, no has estado libre de alcohol, Sammy.

In the Winter's TrailWhere stories live. Discover now