Resfriado (I)

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(Narra Víctor)

- Tienes que venir conmigo - fue lo primero que le dije cuando abrió la puerta del apartamento. Pude notar sorpresa y desagrado plasmado en su rostro.

- No, estoy enferma - me dijo así no más, a mi Víctor Dorlam. Va a arrepentirse por sus palabras.

- Mira, no me interesa si estás enferma o no, pero igual vendrás conmigo. tenemos que comprar varias cosas para ti, así que apresúrate - empuje la puerta antes de que la cerrara y camine a la sala.

- ¡¿Que carajos sucede contigo?! - me grito indignada.

- Necesito que te hagas pasar por mi novia frente a mi familia, así que vendrás quieras o no. Además ya firmaste el contrato, tienes que obedecer todas mis peticiones. - confesé ya cansado de su terquedad. No tengo ningún problema con sacarla de quicio, eso le pasa por retarme.
- Y esto en parte es tu culpa.

- ¿Qué?

(Flash Back)

Me dirigia en mi coche a la cena familiar que mi padre me había dicho hace unos días, odio esto más que nada en el mundo. Evito venir lo más que puedo ya que siempre es el mismo tema:
¿cuando voy a comprometerme?
Y la verdad es que eso es lo menos que quiero, en absoluto. El solo pensar en eso me asquea.

Pude notar cómo brillaba algo sobre el asiento del copiloto, cuando detuve el auto y enfoqué mi vista descubrí que era un collar muy bonito que tenía un corazón colgando de el, mismo collar que lleva Elizabeth desde que la conozco.

- Que chica tan despistada - pensé en voz alta. Esta chica puede que a primera vista se vea imponente, pero si sabes como mover las piezas correctas, puedes ser capaz de apreciar su verdadera forma.

Al llegar a la casa de mis padres bajé de mi auto colocando el collar en el bolsillo de mi pantalón, luego se lo entregaría y así aprovecharía para acordar nuestra "sesión" y comenzar a llevar a cabo el contrato que ambos ya formamos. Procedí a tocar las grandes puertas de la entrada, seguidamente una de las mucamas me dio la bienvenida acompañada de una reverencia. Cuando llegue al comedor pude notar que ya todos se encontraban sentados en sus respectivos lugares a lo cual salude a mis padres.

- Me alegra que hayas venido hijo - saludo mi padre. - pensé que te excusarias y no vendrías, nuevamente.

- Si, ya no se me ocurrieron más escusas. - confesé, dedicándole una sarcástica sonrisa. Procedí a sentarme quedando frente al él en aquella gran mesa.

- Vaya, aún no cambias, hermano. Sigues siendo el mismo lobo solitario de siempre. - me dijo mi hermano, que estaba sentado a mi lado. Genial, lo que me faltaba.

- También me alegra verte hermano y me imagino que tú sigues siendo el mismo tío complaciente de siempre. - confesé, pude notar con gracia como la sonrisa de mi hermano se deformaba, mostrando ahora una seria mirada.

- Ya basta, no vayan a empezar con lo mismo de siempre. - interrumpió mi madre de forma demandante. - por lo menos traten de llevarse bien en lo que queda de la cena.

A los pocos instantes los empleados sirvieron la comida y se retiraron rápidamente. A penas esto empieza y ya me quiero ir.

- ¿Y como va todo en la universidad Josh? - pregunto mi padre rompiendo el silencio.

- Muy bien padre, es un tanto agotador ser el director y notar que algunos estudiantes no sepan cuales son sus puestos, así que poco a poco me encargo de corregirlos. - dijo recordando a cierta castaña que lo retó y humilló de cierto modo su autoridad. - Pero todo está bien fuera de eso, además mi hermano ha invertido para seguir ampliando nuestro terreno, así que de cierto modo estamos trabajando juntos ahora.

Sumisión Consensuada Where stories live. Discover now