Capítulo Veintisiete: La Muerte no es Tan Mala

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- ¡Sal de una vez, mocoso! - Gritaba la mujer, destruyendo cosas con tal de encontrar al muchacho, y miró la ave que se alejaba. - Así que decidieron por huir, ¿eh?

- Nadie está huyendo. - Respondió él, saliendo detrás de una pared.

- Al parecer tu palabra viene en serio.

- No voy a huir sí es lo que piensas.

- Vaya que tienes el mismo caracter que tu padre.
Sonrió macabramente.
- Siempre quise saber qué tan fuerte eres, y creo que hoy tengo la oportunidad, pero no me voy a andar con demostraciones.

De un momento a otro el castaño se encontraba paralizado sin poder mover ni un solo músculo, pues frente de él se encontraba un demonio enorme que la Raikage había invocado. No sabía qué clase de demonio era, pero examinando la criatura: tenía una nariz larga, alas y un aspecto color rojo, era espeluznante.

- ¡Estilo de furgo, jutsu carcel de fuego!

- Mierda...

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- Bájala con cuidado. - Le dijo Sakura a Lee quien traía a Tenten en brazos.

Habían aterrizado en una montaña un poco alejada de la aldea, pero aún era visible.

- ¿Qué demonios es eso de ahí? - Se preguntó Neji, apuntando hacia la aldea.

Todos se desconcertaron al ver un escenario horrible, una criatura horrenda y un circulo de fuego.

- Debo ir a ayudarlo. - Avisó el peliplata, listo para ir al auxilio de su hijo.

- ¡Espere, Kakashi-sensei, yo también voy! - Le siguió el rubio.

- ¡Deténganse!
Todos observaron al pelirrojo que bajaba de la espalda de Kali.
- Nadie irá.

- ¿Y porqué no? Raijin está en problemas, debemos ayudarlo! - Se quejó Naruto.

- Sé que les preocupa mucho Raijin, a mí también porque es como mi hermano, pero en el momento en el que dijo que pelearía también quiso decir que lo haría él solo. En resumen, - Continuó - esta batalla es de él y de nadie más.

Tanto el rubio como el peliplata no pudieron hacer más que apretar los puños por saber que era verdad lo que decía Naoko.

- Esto es muy injusto. - Murmuró Naruto.

- Lo sé, pero lo único que queda es tener confianza en él. - Contestó el pelirrojo.

- Oigan, necesito ayuda aquí. - Dijo la pelirosa que trataba a la Kunoichi herida.

- Bueno, tal vez no pueda ayudar a sin cara, pero sí a Tenten. ¡De veras! - Y corrió hacia Sakura para ayudarle.

"Raijin,... no te mueras," pensó el peliplata, observando atentamente la aldea.

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- En unos minutos el calor encerrado comenzará a sofocarte. - Dijo la mujer, mientras el castaño buscaba desesperadamente una salida de la celda que ella había creado, manteniéndolo dentro.

No parecía haber ninguna salida y ya había intentado con el estilo de agua, pero el jutsu de su madre parecía estar ayudado por el poder del monstruo.

"Debo salir de la forma que sea o sino moriré asado aquí dentro," pensó, pero ya fuerzas no tenía para intentar otro jutsu. "Ne-necesito... aire fresco." Se bajó la máscara y tomó una bocada grande de aire.

- Había olvidado cómo era tu rostro sin esa mugrosa máscara.

El castaño cayó sentado, realmente agitado y respirando con dificultad.

Yo Soy Raijin Hatake (El Hijo de Kakashi Hatake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora