-¿Por qué me odias?- su voz era rota, al pálido no le gustaba ver así al pequeño maknae.
-No te odio- susurro sentándose a lado del pelinegro que no paraba de llorar, su corazón le dolía pero, ¿Por qué?.
-Claro que lo haces- sollozo y el pálido sint...
La soledad se convierte por si misma en algo que puedes ver.
Whalien 52 - BTS
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Su trabajo estaba concluyendo y eso quería decir que las vacaciones se estaban acercando con mas rapidez.
Yoongi estaba deseando con todo que las vacaciones llegarán ya, no aguantaba un minuto mas las infinitas prácticas donde no podía ignorar la presencia del menor, donde en lugar de estar concentrado en las instrucciones del coreógrafo, estaba concentrado en los movimientos y expresiones que hacia el maknae. Lo fustraba.
–¿Yoongi?– el rapero dejo de beber de su botella para girar su cabeza y encontrarse con la silueta de Seokjin. –¿Podemos hablar?– le sonrió.
Ambos no podían ignorar que tenían una charla pendiente, ya estaban grandes y bastante conscientes como para ignorar que se estaban portando infantiles. El pálido no podía seguir evitando al mayor como éste tampoco podía evitar que nada estaba pasando cuando era todo lo contrario.
Yoongi asintió mientras cerraba su botella y la colocaba junto a las demás, siguió al mayor mientras con la toalla alrededor de su cuello, secaba su sudor.
Todos en la sala de prácticas los vieron salir, el rubio elevo sus labios en una sonrísa. –Por fin se decidieron.
–¿Decidieron qué?– preguntó el castaño viendo la puerta dónde habían salido sus Hyung's.
–Hablar– sonrío orgulloso de su pareja y de que está diera el primer paso para solucionar las cosas como se debía.
Jungkook miró al rubio y esa sonrisa plantada en su rostro, sentía extraño que se tuviera que enterar por sus Hyung's cuando antes el pálido le contaba todo de él como un libro abierto para leer cuando él quisiera.
Sintió unos dedos acariciar su cabello, no dudo en dirigir su mirada al castaño que le regalaba una sonrísa llena de amor, se la regreso sintiendo una leve presión en sus labios que lo hizo alejar todo pensamiento dirigido al pálido para solo concentrarse en los labios que tocaban los suyos con amor.
Estaba feliz pero sentía que algo más le faltaba, algo que lo hacía sentir incompleto. No sabía que podía ser pero parecía que su mente lo pedía a gritos.
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