Capítulo 13

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Ambos llegaron encontrándose con Chozen dándoles las espaldas y Sato hablando frente a frente con señor Miyagi.

—No puede ser.—murmuró Abby al observar la retroexcavadora frente a ellos. Había arrasado con todo el trabajo que había hecho ayudando con las cosechas destruidas.

—¿Vas a destruir la villa?—preguntó el señor Miyagi.

—No.—dijo Sato.—lo harás tú.

El señor Miyagi se limitó a observar a su viejo amigo y le dió las espaldas. La frustración en su rostro era notable.

—Tú ganas. Pelearé contigo.—demoró unos segundos antes de regresar frente a Sato.—solo una condición. No importa quien gane, el titulo de la tierra pasará a los aldeanos para siempre.

Sato soltó una carcajada dándole la espalda.

—Pides demasiado.

—¿Es un precio muy bajo por tu honor?

Sato dejó de reír y lo miró.

—Es cierto. Es un precio bajo. Te veo aquí a medianoche.—comenzó a alejarse siendo seguido por Chozen, se detuvo a medio paso y regresó.—Miyagi, esperé mucho tiempo esto. Sin trampas esta noche o mañana todo acabará.—amenazó.—su templo, sus casas, se acabará todo.

El señor Miyagi, Abby y Daniel observaron como Sato junto a Chozen y sus secuaces se alejaban del lugar. La pelinegra miró a Daniel con su semblante preocupado, no quería que esa fuera la última noche que vieran al señor Miyagi.

Ahora, Daniel estaba en el jardín de Yukie, cavando un agujero para poder plantear una de las pequeñas palmeras que los amigos de Chozen destruyeron la noche anterior. Kumiko le había pedido a Abby que la acompañara a un lugar, confundida esta la siguió. Daniel habia regresado a la casa y el lugar seguía siendo un desastre, no le quedó más remedio que ayudar, al fin y al cabo se sentia culpable de dejar así el lugar, aunque no fuera directamente su culpa.

LaRusso removió la tierra cuando observó al señor Miyagi a su lado, con una túnica negra y un rollo en su mano.

—Hai.—se apoyó su pierna y les extendió el rollo.

Daniel lo miró confundido.

—¿Qué es esto?—preguntó Daniel tomando el papel.

—Última voluntad y testamento.—miró detenidamente el rollo en su mano.—Yukie tendrá su casa aquí y mi casa será tuya y de Abby-san.—observó al muchacho, palmeó su hombros y se alejó.

—No. Abby y yo no queremos la casa y tampoco irnos sin usted.—se levantó.—¿por qué no deja todo y nos vamos?

El anciano giró su rostro suspirando y observó a su alumno.

—Imposible, Daniel-san.

Daniel se quejó.

—¿Por qué no se olvida de ese honor estúpido?

El señor Miyagi subió unos escalones y regresó su mirada hacia él.

—No tiene que ver con el honor estúpido, es cuestión de sobrevivencia de la villa.

Daniel bufó.

—Esto no es ganar tres puntos y fuera si pierdes, sé lo que pasa.

—Miyagi ya ha ganado la pelea. No importa lo que pase, la villa no desaparecerá.—se inclinó en el umbral del dojo de su familia y entró.

Daniel observó como realizaba un ritual frente al altar de Shimpo Sensei. Bajó la mirada aún con el ceño fruncido salió del lugar.

Daniel caminó por los caminos de tierra de la villa y dirigió su mano hacia su cabello cuando divisó a lo lejos a Sato haciendo lo que su maestro hacia en su dojo

𝐊𝐀𝐑𝐀𝐓𝐄 𝐊𝐈𝐃 II ─ daniel larusso ⒉✓Where stories live. Discover now