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La sonrisa que estaba mostrando Jeon Jungkook en ese mismo instante, no era precisamente normal.

Ninguna de sus sonrisas lo eran, de hecho. Pero ésta había superado a todas las anteriores, durando en su rostro durante bastante tiempo.  

Había sonreído al ver a su mocoso acabar con ese tipo, había sonreído igualmente cuando vió como minutos después, su cachorro corría lejos de absolutamente todos al darse cuenta de lo que había hecho, solamente deteniéndose para sostener la muñeca del payaso y correr entre toda la gente, buscando desesperadamente la casa rodante para llegar ahí.

Y Jungkook, aún seguía con aquella pequeña sonrisa que no dejaba ver sus dientes, al observar como Taehyung se encontraba totalmente perturbado cuando habían llegado finalmente a la casa, después de cerrar la puerta con seguro.

Su mocoso lloraba, totalmente desconsolado, sintiéndose sumamente culpable, asustado, y sorprendido de sí mismo. Eran tantas las emociones que sentía, que creía que en cualquier momento se rompería ahí mismo, derrumbando todas las barreras que había tratado de poner entre el payaso y él para no dejarse influenciar.

Taehyung no sabía que hacer. Sus manos temblaban, y sus ojos no dejaban de soltar pequeñas gotas saladas que mojaban sus mejillas hasta llegar hacia su barbilla. Su corazón latía con frenesí, y respiraba de forma acelerada entre sollozos.

—J-Jungkook... —balbuceó, cubriendo su rostro con su brazo derecho y girando su cuerpo hacia el pelinegro a pesar de que no iba a verlo a la cara—. L-lo maté... —se lamentó—. ¡Lo maté, Jungkook!

El payaso tan solo asintió ante sus palabras, relamiendo sus labios y observando expectante al chico. Sintiendo aún sus ligeras ganas de sonreír, que ni él mismo comprendía porque se encontraban ahí.

Quizá era por el hecho de que ver a su mocoso reaccionando así ante tal estupidez le resultaba divertido. Al igual que sus contantes lamentos por algo que no había sido malo, según él.

Jungkook no podía decirle palabras de apoyo, no podía decirle que todo iba a estar bien. Porque para él todo seguiría normal y no sería tan hipócrita como para querer consolar a un chico sin siquiera comprender porqué se sentía así por asesinar a alguien. Él no comprendía y por eso mismo no podía hacer nada al respecto.

Para Jeon Jungkook, era totalmente normal hacer eso, por lo que no podía intentar ponerse en el lugar de Taehyung para buscar una manera de calmarlo.

Y aunque Taehyung sabía perfectamente todo eso, lo primero que había hecho después de limpiarse un poco las lágrimas, fue ir hacia Jungkook con pasos acelerados. Para después abrazarlo con fuerza, en busca de consuelo, de protección. Quería sentirse protegido por el pelinegro.

Lo necesitaba.

—Y-yo no quería hacerlo... —sollozó—. ¿P-por qué m-me obligaste? —cuestionó, a pesar de que sabía la respuesta—. No quería, yo no quería...

Jungkook se permitió sonreír una vez más, alzando un poco su rostro para ver al techo. Y reprimió una risa, sintiéndose divertido ante la situación por algún extraño motivo. No podía tomarse eso en serio, por más que quisiera, él no podía entender lo que sentía Taehyung y tan solo tenía ganas de reírse. Porque para él aquel juego había sido divertido, en especial la cara que había puesto el rubio al notar que había matado al tipo.

—Soy un asesino, no puedo creerlo —Taehyung sorbió por la nariz, negando con la cabeza mientras escondía su rostro entre el cuello y el hombro del mayor—. Maté a alguien y soy un maldito asesino... —Susurró con espanto, sin querer aceptarlo.

Clown | KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora