Capítulo 18 | Muros en peligro |

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Un par de días habían trascurrido desde su paseo tan agradable y necesario con su adorado hermano mayor, luego de eso no había podido estar de nuevo con él pero eso no la apenaba en lo más mínimo, ya que al ver la cálida y hermosa sonrisa que ador...

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Un par de días habían trascurrido desde su paseo tan agradable y necesario con su adorado hermano mayor, luego de eso no había podido estar de nuevo con él pero eso no la apenaba en lo más mínimo, ya que al ver la cálida y hermosa sonrisa que adornaba los labios de su nueva mejor amiga y pronta cuñada y de Edric sentía que su lejanía valía totalmente la pena.

Particularmente ese día la oscuridad grisácea del cielo y el frío adormecedor de esas tierras había dado tregua y paso a un maravilloso día soleado, era muy extraño que aquello ocurriera, menos cuando el invierno parecía cada día ponerse más duro y feroz, por ello lo agradecía con todo su corazón.

Los rayos del sol acariciaban su delicada piel pálida y destellaban como hermosas luces de todos los tonos de amarillo en su hermoso cabello rubio, digno de una doncella como ella, la más hermosa de todas.

Aquella mañana al ver como algunos pequeños vestigios de adorable sol se colaban por entre la rendija de su ventana una chispa de vitalidad la hizo levantarse. Cosas habían estado ocurriendo, cosas que la habían llevado a lugares oscuros y muy grises sentimientos, como todo lo que involucraba su compromiso y su prometido. Pero el sol de ese día, el azul puro de ese cielo fue una invitación a animarse, a darle una oportunidad a su situación y a la vida misma. Era un motivo sin duda alguno para sonreír y festejar.

Motivo por el cual había decidido vestirse con uno de sus vestidos más hermosos y también su favorito. No era nuevo ni nada por el estilo, era uno de los que solía usar en su hogar donde el clima era más amable con las personas. Color verde agua claro con bellísimos detalles en encajes bordados a tono que combinaban tan bien con sus ojos verde esmeralda. Su largo cabello rubio lo trenzó en una larga trenza que decoró con pequeñas florcitas que había encontrado en los jardines de Invernalia días antes.

Estaba feliz, se sentía y veía feliz. Nueva, renovada y también llena de ánimos, todo el mundo a su alrededor lo pudo notar y se dejaron cautivar, todos. Nunca habían visto un ángel, tampoco sabían cómo lucían, pero sin duda alguna Lyarra Locke era la personificación de uno de ellos en las miserias de la tierra de mortales. Para los presentes ella era un sueño.

El desayuno que compartieron fue bastante ameno, tranquilo, lleno de deliciosas comidas supervisadas por Lady Catelyn. Las conversaciones entre todos fluían armoniosas sobre distintos temas, su adorado hermano prestaba atención a lo que su futura esposa le comentaba con tanto entusiasmo, los adultos Guardianes del Norte platicaban sobre cuestiones pertinentes a sus labores diarias, y ella como había comenzado a hacer hace un tiempo, se refugió en el cuidado de Rickon y las más divertidas historias de Arya y Bran. Esos niños eran su propia fuente de luz en el lugar.

—Prometo que si comes una cucharada más saldremos a jugar con Peludo, nos encantaría un paseo —intentaba convencer Lyarra al pequeño Rickon que se reusaba a seguir comiendo su desayuno reclamando que no le gustaba. Los hermanos del pequeño, menos Sansa, estaban pendientes de la conversación, incluso Theon que acompañó el desayuno ese día, bastantes interesados en la escena.

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⏰ Last updated: Jan 29, 2021 ⏰

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