Capítulo 1 | Momentos previos |

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Editado 13/09/2018

La blanca mano de la dulce muchacha sostenía delicadamente en su mentón mientras apoyaba su codo en la ventana del carruaje tirado por cuatro caballos negros que la llevaban hacia su impuesto destino

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La blanca mano de la dulce muchacha sostenía delicadamente en su mentón mientras apoyaba su codo en la ventana del carruaje tirado por cuatro caballos negros que la llevaban hacia su impuesto destino. Mientras avanzaban miraba el paisaje sin observar nada en realidad, todo el viaje se lo había pasado sumida en sus turbulentos pensamientos, esos de los que ni siquiera su adorado hermano mayor podía haberla sacado.

            Desde que recibió la noticia de su compromiso no tuvo mucho tiempo para asimilarlo y hacerse de la idea, los preparativos de su repentino viaje habían consumido todo su tiempo y pensamientos, pero en ese viaje pudo conseguir oportunidad para darles rienda suelta a ellos.

            De partida estaba esa molestia, ese dolor en su corazón por dejar a su amado abuelo solo en Castillo Viejo rodeado de sirvientes pero sin el amor que ella se encargaba de entregarle a diario. A  aquel anciano le debía todo y por eso había aceptado. Igual Lyarra entendía sus decisiones pero simplemente no era lo que había esperado y mucho menos soñado.

            Desde temprana edad había estado en compañía de Domeric Bolton, él era un muchacho solo un par de años mayor tan caballero, educado y tranquilo que la hacía suspirar todo el tiempo. Lyarra lo admiraba, admiraba su educación tan completa, le encantaba su personalidad tan serena y adoraba el trato que siempre tenía con ella. Incluso de niña, y antes de conocerlo, había soñado con un caballero como él, como esos que narran las canciones; caballeros enamorados, delicados en trato y capaces de hacer cualquier cosa por el corazón de la mujer que amaban. Domeric era todo eso y más.

            Sus brillantes ojos verdes se iluminaron no solo con la luz del sol que se escapaba entre las ramas y hojas de los árboles, sino también con las lágrimas que se estaban acumulando en ellos. La pobre muchacha de rizos de oro estaba aterrada, sí aterrada. No existía otra palabra que pudiera describir mejor su angustia. Si bien, tendría la compañía de su hermano mayor, no sabía que esperar de este hombre que sería su prometido, su abuelo le había dicho que era solo un año mayor que ella, pero eso no le decía mucho sobre su persona.

            Lyarra solo rogaba a los Dioses que su futuro esposo no rompiera sus anhelos y expectativas que había guardado toda su vida. Sabía que no era Domeric y nunca sería él, de hecho de él en cada metro que avanzaba el carruaje hacia Invernalia se iba despidiendo más y más; pero deseaba y añoraba que se pareciera solo un poco a él. No quería tener que despedirse también de sus sueños, siempre había soñado con una hermosa historia de amor.

            —Mira Lya —La voz de su hermano aparecer por la ventana contraria la sobresaltó. Lyarra se volteó y se deslizó por el asiento hasta la cercanía de Edric quien iba montando su majestuoso cabello negro justo al lado del carruaje, por la ventana asonó levemente su cabeza—. Ya se llega a ver tu futuro hogar —le dijo el caballero rubio admirando también lo que se les avecinaba, todo con mucho verde opaco y demasiado frío; sólo esperaba que su hermana encontrara la felicidad tras esos muros.

Yellow Light |GoT|Où les histoires vivent. Découvrez maintenant