¿Perdón? ¿Mis suegros?

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—No tenías porque traerme a casa.

Yeonjun dirige su mirada hacia Beomgyu quien luce apenado y enojado a la vez, probablemente otro pensaría que eso es adorable pero la verdad es que a él le irrita todo lo que tenga que ver con desobediencia y la actitud rebelde de aquél rubio no lo hacía muy feliz que digamos.

—Es muy tarde para que un adolescente como tú este por las calles, cualquiera podría asaltarte o puede pasarte algún accidente, ¿Sabes?— Le responde manejando con tranquilidad, su mirada está fijamente puesta en el camino y por ningún motivo la quita, ni siquiera para mirar de reojo a su acompañante.

Los modales hacen al hombre decían.
Yeonjun amable existe decían.
¡Puras patrañas!

—¿Podrías solo dejarme en la esquina de mi casa? Por favor, te lo pido.— Beomgyu se aferra con fuerza a sus cosas y le dedica una mirada de súplica, siente un pequeño bulto en su mochila y confundido decide inspeccionar.— Pero, ¿Qué...

Alguien ha metido un peluche en forma de corazón en su mochila, tiene una mini camiseta que dice: Si tuvieras que elegir entre mis hermanos, ¿Quién sería? ¿Y porque Daniel?

Beomgyu siente sus mejillas arder de la vergüenza y rápidamente pone de vuelta el peluche en su mochila, sólo desea que Yeonjun no lo haya visto o sería la burla del año.

—¿Sucede algo?— Le cuestiona mirándolo por primera vez de reojo en todo el largo camino, el rubio niega frenéticamente aferrándose a su mochila como si su vida dependiera de ello.— Bien, niño. ¿Ahora que sigue?

—Métete por la izquierda, por favor.

El empresario obedece conduciendo hacia donde el menor le señala, espera con inquietud a que los niños cruzen rápido la calle. ¿Es que estos niños no tienen casa o por qué están afuera todo el día? En fin, se alegraba por no tener críos insolentes aún.

—¡Mi casa es esa de ahí, la de color púrpura!— Señala con alivio de llegar finalmente a su dulce hogar, había sido una larga tarde aguantando a los tres hermanos.— Puedes dejarme aquí, Yeonjun.

—No, ¿Acaso estás loco? Es muy tarde, puede salir un vagabundo por ahí que quiera robarse tu mochila.— Le responde siguiendo con el camino, Beomgyu niega de manera nerviosa a qué el empresario lo deje en la puerta de su casa.— Aunque dudo que alguien quiera robarse tu mochila con ese peluche horrible que te obsequió mi hermano, deberías tirarlo. ¿Puedo contarte algo?

El rubio se avergüenza de pies a cabeza ocultando su mochila, Yeonjun ha visto el peluche colorido. Ahora si sería la burla, ni siquiera sus antiguos pretendientes llegaban a tanto con los regalos.

—Uh, ¿Contarme...qué?

—Tenía un amigo que también recibió un peluche de esos y una semana después casi estaba casándose con uno de mis socios Soobin, le hicieron brujería así que deberías tirarlo a la basura.— Mintió tratando de evitar la risa que quería salir de sus labios, siguió conduciendo con calma hasta notar más de cerca la casa púrpura del adolescente.

—¿E-En serio?

Beomgyu preguntó asustado sacando el peluche de inmediato, se lo lanzó a Yeonjun con fuerza en la cabeza.

—¡Carajo, niño! ¿Por qué has hecho eso?

—Te pareces a Daniel así que como eres lo más cercano ahora tenía que golpearte.

—Eso es una tontería.— Suelta un bufido de molestia, toma el peluche feo de su hermano y lo tira por la ventana del automóvil sin pensarlo dos veces.

—Si tengo suerte podrá sentir el golpe, ¿Ustedes tienen un vínculo de hermanos? ¿Hablan en su propio idioma?

El peliazul gruñe estacionando su automóvil en la calle, Beomgyu aún no nota que ya están en su casa a pesar de que él no quería que lo llevara hasta su puerta.

—Sí, Beomgyu. Tenemos nuestro propio idioma, yo saco mi billetera y Daniel hace lo que le diga. Ese es mi idioma favorito.

—¡Oye! ¿Es algo así como el refrán de con dinero baila el perro?— El chiquillo de ojos verdes lo observa atento a su respuesta, él sabe ese refrán de memoria y no duda en que Yeonjun mueve el mundo con un par de billetes.

—¿Le dijiste perro a mi hermano?

Yeonjun suelta una carcajada grande llevándose las manos al estómago, Beomgyu lo observa raro y retrocede un poco pegándose a la puerta del automóvil.

—¡Oh maldición! Yeonjun, te dije que ibas a dejarme por la esquina. 

—Es tarde y además no deseo que tengas problemas con tus padres.

El peliazul abre la puerta del automóvil bajando primeramente, Beomgyu cree que le va abrir la puerta pero no es así. Maleducado, su hermano Daniel si me abría la puerta aunque él le rechazaba argumentando que podía hacerlo solo.

—¿Qué haces ahí? Bájate, niño.

—Bueno, Yeonjun.— Se ríe nerviosamente el rubio de ojos verdes, en serio quiere que el mayor suba a su automóvil y se vaya de manera discreta.— Ya estoy en casa así que ya puedes irte. Estoy agradecido contigo por traerme.

—Me voy cuando entres a la casa y este  seguro de que tus padres comprendieron la situación.

—¡La comprenden! ¡No te preocupes!— Se apresura a responder empujando el cuerpo de Yeonjun fuera del patio de su casa, el azabache le toma de las manos deteniendo sus movimientos.— Por favor, vete, vete, vete ahora.

—¿Por qué..

La puerta de la casa se abre con rapidez, los padres de Beomgyu están ahí de pie en la puerta mirándolos con demasiado entusiasmo.

El adolescente sabe lo que sigue ahora, pésima idea dejar que Yeonjun lo trajera a su hogar.

—¡Oh por dios, Beomgyunie! ¿Él es tu novio? ¿Por qué no nos lo dijiste antes— Le cuestiona su madre colocando una expresión de indignación, se lleva las manos a la cintura mientras mira a su hijo.

Yeonjun casi se atraganta con su saliva al oír aquellas palabras, el chiquillo de ojos verdes niega frenéticamente muy avergonzado por lo que decían sus padres tranquilamente.

—Mucho gusto, muchacho. Luces mayor, eh.— Le extiende la mano de manera amable esperando a que la tomara, el empresario asiente tomándola con duda pero al final la estrechó. —Yo soy Hyunbin y ella es mi esposa Eunhye, somos tus queridos suegros. ¿Cómo te llamas tú? Gyunie no nos dijo nada de ti, ya no cuenta nada desde que vió chicas pesadas por televisión.

—¿Perdón? ¿Mis suegros?

Beomgyu quiere que la tierra se lo trague, cualquier cosa para evitar la enorme vergüenza que estaba sintiendo ahora mismo.

Estaba perdido, no sería la burla por el peluche de Daniel. Estaba claro que sería la burla por sus padres atentos a que tuviera novio, sería la burla personal de Yeonjun.

 Estaba claro que sería la burla por sus padres atentos a que tuviera novio, sería la burla personal de Yeonjun

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