Agua

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El celeste cielo ambientando la calma, suaves nubes flotando, pintando ese infinito azul. Un prado rebosante verdoso, con flores coloridas decorando el pastizal, ambos chicos se encontraban adentrados en la naturaleza que por ahí abundaba y se escondía tras un largo recorrido fuera de la ciudad, corrían jugueteando a las atrapadas en medio de ese prado moviendo y haciéndose camino entre las flores.

Todo resultaba como un infantil juego cerca del bosque entre risas de ambos.

Hasta que uno de ellos se abalanzó contra el otro con la intención de caer en el fresco pasto, sin embargo se cayeron por el límite del campo de flores y demasiado cerca del muro de árboles que separaba el profundo bosque, rodaron colina abajo como aquellas caricaturas, para después de un tanto largo recorrido finalmente se detuvieron en el suelo firme.

Se sentaron en ese suelo y rieron levemente como si realmente no hubiese sido nada malo y que al contrario, resultaba divertido.

Pero uno de ellos se había lastimado.

- Oh vaya... -Dijo el rubio al ver su rodilla con una fina línea en la que le salía un poco pero visible líquido rojo brilloso.

- ¿Te duele? -Preguntó el azabache preocupado.

- No, de hecho ni lo había notado -Se encogió de hombros.

- Espera no te muevas -Dijo su contrario tomando y abriendo la pequeña mochila con la que siempre cargaba.

La revolvió buscando algo que les fuese útil y encontró una bendita de tela. Aliviado la tomó para acercarse al menor, con cuidado -y como pudo- se lo colocó en la herida para que sirviera como un parche.

El rubio le agradeció y ambos decidieron levantarse del suelo. Miraron hacia su alrededor resultando en que se habían adentrado al bosque siendo iluminados por unos cuantos rayos de luz que traspasaban las hojas de los árboles.

Todavía resultaba "temprano" así que en vez de regresar y seguir jugando en el campo de flores, decidieron explorar un poco antes de irse. Tampoco se adentrarían demasiado ya que no querían tener la desdicha de perderse -ya que desconocían ligeramente el lugar- así que sin separarse, tomando sus manos y entrelazándolas caminaron juntos por el lugar.

Escuchaban el canto de algunas aves, además del musical de unos cuantos grillos. Caminaban ensimismados por la maravillosa calma que brindaba el sitio; mientras más seguían avanzando escuchaban un peculiar ruido. Con curiosidad fueron a descubrir de que se trataba, encontrándose con un lindo arroyo junto a un poco de la fauna del lugar bebiendo del agua cristalina.

Se acercaron al agua observando unos lindos peces y unas cuantas ranas saltando por ahí.

- Ness, ¿ya viste eso? -Preguntó el rubio señalando hacía al arroyo.

- Sí, son muy lindas las ranas ¿no? -Respondió.

- No, me refiero a lo que brilla -Aclaró- ¿Lo ves? -Volvió a preguntar.

El azabache miró hacia donde el rubio había señalado, sin embargo no vio nada, así que negó sin saber a que se refería.

- Deja veo que es -Comentó el rubio adentrándose al agua.

- No Lucas no hagas eso -Le sugirió el de ojos violáceos, pero ya era tarde, aquel rubio se estaba haciendo paso decidido a ir por aquello que vio.

El agua tal vez le quitaría el parche -pero al menos le limpiaría la herida- pero el trozo de tela se mantuvo ahí.

El azabache agradeció que no se trataba de un río y agradecía mucho más que el agua no resultaba muy profunda, pero en ningún momento dejó de observarlo con preocupación.

Vio como se agachó levemente extendiendo una de sus manos para tomar algo que se encontraba bajo el agua. Cuando el rubio finalmente lo tomó miró atentamente de que se trataba para después voltear con su contrario y gritarle su hallazgo.

- ¡Mira Ness! ¿Adivina que encontré? -Preguntó alegremente el rubio regresando con su amigo con algo en su mano- ¿No son lindas? -Le mostró aquello.

En la mano del menor se encontraban dos piedritas redondas de color azul verdoso pálido, aunque eran pequeñas su color azul era muy bello -no tan precioso como los ojos del rubio según el azabache- pero las piedritas resultaban lindas.

- Parecen alguna piedra preciosa -Dijo el de ojos violáceos.

- Sí, aunque realmente no lo sé -Mientras las observaban, le llegó una idea- Oye ¿Y si las usamos como amuleto? -Sugirió alegre.

- ¿Un amuleto? -Cuestionó Ness pensativo, a lo que su contrario asintió; encontrarse piedras lindas y hacer amuletos... eso parecía más lo que harían algunas amigas.

¿Y qué importaba?

Algunos pensarían que podría sonar algo que harían algunas chicas, pero se trataba del rubio, ¿Cómo podría negarle algo a él? ¿Cómo podría minimizar lo que él quería hacer? No había nada que refutase que era algo exclusivo para las chicas.

Era un lindo detalle, era un gesto muy tierno.

- Creo que podríamos buscar quien pueda hacer algunos colgantes con eso -Comentó Ness apoyando la sugerencia.

- Es una gran idea -Dijo Lucas completamente de acuerdo.

- Y cuando los dos tengamos los colgantes -Explicaba el de ojos violáceos- Cada quien tendrá su amuleto y siempre será algo de nosotros dos -Aseguró entrelazando su mano con la mano que tenía libre el rubio.

El menor de los gemelos lo miró con una tierna sonrisa asintiendo con alegría correspondiendo el agarre.

El rubio guardó en uno de sus bolsillos las dos piedritas -y sin soltarse de las manos- ambos chicos retomaron su caminata para salir de ese bosque.

Yo solo pensaba | NesscasWhere stories live. Discover now