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Narcissa, una experta en encantamientos y oclumancia, clavó la daga de Bellatrix en la espalda de Alyssa, atravesando su corazón antes que el rayo de luz verde impactara su cuerpo para luego hacer desaparecer la daga en el momento exacto.

Todos habían desaparecido.

Incluso Draco había salido de la habitación.

Se había ido, Draco se había ido.

Lo que Narcissa había hecho, podría costarle la vida, pero lo había hecho por su hijo, por su único hijo.

Pasaron unas cuantas horas para que Alyssa mostrara señales de vida.

- Levántate - le dijo Narcissa - Alyssa, levántate.

- Ha sucedido de nuevo - dijo llevándose las manos al pecho - ha vuelto a pasar, he vuelto a morir.

- Nadie puede saberlo, ni siquiera Draco - le advirtió - ahora vete.

- ¡Cissy! - gritó Bellatrix - ¡qué has hecho!

Bellatrix había sido la primera en volver desde el ministerio.

- Lucius - dijo - lo llevaron a Azkaban.

Narcissa suspiró, y Alyssa juró notar una pizca de alivio en sus ojos, quizás porque su marido estaba en prisión y no muerto, pensó.

- Debes ayudarme - suplicó Narcissa - Bella, por favor, por Draco.

- Nadie puede saberlo, Cissy - advirtió, levantando su varita contra Alyssa - Obliviate.

La Ravenclaw que conquistó SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora