Me mira un instante, parpadea un par de veces y, luego, vuelve a sacudir la cabeza con ese gesto que parece hacer cuando quiere aclarar sus pensamientos.

—Deberías irte a casa —contesta antes de dar media vuelta y marcharse. Lejos de mí. Otra vez.

Increíble. Es increíble porque ha sido un beso estelar y sé que él siente lo mismo que yo. Por Dios, si hasta una monja mirándonos por un agujero en la pared lo habría sentido. Mmm, ¿está mal que piense en monjas y tome el nombre de Dios en vano en el mismo pensamiento? Lo más seguro es que no esté nada bien. Madre mía, si hasta una monja mirándonos por un agujero en la pared lo habría sentido. ¿Mejor? No lo sé, pero es evidente que practica algún tipo de abstinencia fetichista. O puede que sea católico, lo mismo es. En cualquier caso, necesito revaluar mi noche.

Harry se dirige en dirección contraria al vestuario, pero lo sigo porque no tengo otra cosa que hacer y no quiero estar sola. Lexie y yo solo hemos vivido juntas unas semanas, pero me he acostumbrado a su compañía y la idea de volver sin ella es una mierda. No es que sea incapaz de estar sola, pero prefiero no estarlo. Podría ir al Hennigan, donde Lexie ha supuesto que iría, pero entrar sola a un bar es algo triste. Podría volver al apartamento y meterme en el jacuzzi, pero no me he secado el pelo esta tarde solo para regresar a casa y que se me encrespe con un baño. Gracias, pero no. Además, la piscina cierra a las once y me he tomado una bebida energética antes de salir de casa, así que va a ser una noche muy larga.

Harry llega a la puerta y la abre hasta la mitad. Apoya el hombro en ella cuando se inclina para abrirla.

—Todavía estás aquí —señala de forma innecesaria, porque ¿dónde si no iba a estar?

—Relájate. Respeto tu elección de celibato. Tú mismo.

Luego, paso por su lado como una exhalación y entro en la sala, porque no pienso dejar que su mala actitud me arruine la noche. Puede que sea una chica que sabe lo que quiere, pero también sé cuándo parar. Si no está interesado, él se lo pierde. La noche aún es joven, todavía puedo pasarlo bien.

Estoy en una especie de sala privada a juzgar por el pequeño escenario, con una sola barra

vertical; hay menos de una docena de butacas alrededor del escenario, que está vacío. Sin embargo, las sillas no lo están. Un par de ejecutivos de mi trabajo ocupan dos de ellas. Los amigos de Rhys. Lexie ha mencionado que estaban con él, y aquí están. Holgazaneando en los sillones bebida en mano y hablando con una camarera. La chica tiene el trasero apoyado en el borde del escenario y una bandeja vacía bajo el brazo; se ríe de algo que han dicho antes de que entrara con Harry.

Canon Reeves y Lawson McCall. En realidad, no los conozco, pero sé quiénes son, por supuesto. Los he visto de pasada en el trabajo, pero nunca he tenido la necesidad de interactuar con ellos porque ninguno trabaja en mi departamento. Y aunque así fuera, están varios niveles por encima de mí en la cadena alimenticia, así que tampoco es que asistamos a las mismas reuniones.

Me detengo a medio camino, no estoy muy segura de si conocerlos en una sala privada de un club de striptease es raro.

Sí, desde luego que lo es.

Para ellos, no para mí. Yo no soy la que paga para ver tetas.

—Hola, soy Payton.

Doy un par de zancadas y me presento al mismo tiempo que Harry se deja caer en una butaca junto a ellos con un gruñido.

—La amiga de Lexie —responde Canon, que se pone en pie—. Trabajas en marketing.

Por supuesto que lo sabe. Es el director de seguridad del Windsor. Tras hacer las presentaciones, me siento en el borde de la mesita de centro para ver al resto de frente. Cruzo las piernas y me inclino, y no es por nada, pero Canon se fija en mi escote. Una pena que no esté interesada en él. Todo este tema de ir a por el jefe no me va demasiado.

good time.Where stories live. Discover now