Cuando vi el rótulo, pensé que era un nombre ingenioso para una tienda de juguetes sexuales, pero, cuando entré por primera vez, comprendí que se referían a la estimulación del café y no... Bueno, da igual. Es una cafetería, la misma en la que Meghan se reunirá con su asesora personal. Y no es por nada, pero tienen unas magdalenas de plátano y nueces exquisitas; la cuestión es que esto debe de ser el kismet, que es una palabra más sofisticada para referirse al destino, aunque significa lo mismo.

¿Cuáles son las probabilidades de que me encuentre en la misma cafetería, en la misma cola y al mismo tiempo que una mujer que posiblemente tenga algunos de los mismos problemas que yo?

Las probabilidades son bajas. Bueno, para ser honestos, no tengo ni idea, pero digamos que, hipotéticamente, son bajas.

Además, hay otra cuestión...

Apuesto a que los asesores personales son caros. Y ya sabemos que es probable que Meghan y yo tengamos los mismos problemas. Así que debería quedarme por aquí y ver si su asesora personal y yo somos compatibles. Tiene todo el sentido del mundo, ¿verdad?

Meghan llega al principio de la cola y se aparta el móvil de la boca lo justo para pedir un café solo descafeinado mediano; esa es otra cosa que tenemos en común, porque yo también bebo café. Con leche y azúcar, pero sigue siendo café.

Pido lo mismo y añado una magdalena, porque esa es la razón principal por la que he venido aquí: comprar una magdalena para cenar. Es probable que la cena de Meghan consista en una pechuga de pollo a la plancha con guarnición de col rizada, porque a ella la asesoran en la vida.

No lo hace todo por inercia ni cena magdalenas porque se ha quedado sin galletitas saladas con queso. Nunca. Me tomo mi tiempo para añadir leche y una bolsita de edulcorante al café mientras Meghan encuentra una mesa y, adivina, hay una vacía al lado de la suya. ¿Suerte o kismet, eh? En cualquier caso, no se puede ignorar este tipo de oportunidades.

Así que me siento.

Ya en la mesa de al lado, me pongo los auriculares. No los enciendo, por supuesto. Solo es una estrategia para que no resulte tan obvio que estoy escuchando a escondidas.

Suena despreciable... Escuchar a escondidas. Se trata más bien de una prueba, como cuando vas al supermercado y te ofrecen una muestra. Si Meghan no quisiera que probara su sesión de asesoramiento personal, habría quedado en un lugar algo más privado, ¿no? Además, el kismet ha decidido que estoy destinada a estar aquí en este momento, probando, y todo el mundo sabe que no puedes luchar contra el kismet.

No tengo ni idea de si estoy utilizando la palabra kismet de forma correcta, pero estoy segura de que esa es su esencia. Bueno, lo bastante segura.

Coloco la magdalena sobre una servilleta antes de sacar un bolígrafo de mi bolso y aliso otra para tomar notas. Solo soy una chica que disfruta de su propia compañía con una taza de café y una magdalena, como una persona sofisticada y con estilo que va de incógnito. Me meto un pedazo de magdalena en la boca y retomo la búsqueda de los mejores asesores personales en Las Vegas mientras espero a que la de Meghan aparezca, porque si la cita de hoy va bien, está claro que voy a hacerme con mi propio asesor.

A menos que...

Maldita sea, los asesores personales son muy populares. Populares de verdad. Doy un sorbo al café y recorro la lista de los diez mejores. La página web del número uno dice que tiene una lista de espera de un año.

Un. Año.

Dejo caer el boli encima de la mesa y suspiro. Como si pudiera esperar un año entero para retomar el control de mi vida. No soy ninguna experta en el tema, pero no me parece bien. Paso a la página del número dos, que dice que en este momento no aceptan clientes nuevos. Ni siquiera puedo acceder a la lista de espera del número dos.

good time.Where stories live. Discover now