She's not good {Justin Bieber pov's}

Un buen presentimiento.

El humo salía de mi cigarrillo y entraba por mis narices, con la poca sutileza que me caracteriza dejo que mis dedos lo muevan para botar la ceniza justo encima de un pequeño platillo que he utilizado por más de un año como cenicero. Frunzo el ceño a la televisión, debe ser lo único que me mantiene concentrado además de mi trabajo.

Desde aquí puedo escuchar como Luke remueve mi refrigerador, lo ha hecho durante tres minutos y tengo ganas de golpearlo hasta que agonice. ¿Qué tan difícil puede ser encontrar una jodida lata de cerveza? El castaño me hacia creer que mi refrigerador era casi un portal hacia un mundo paralelo, casi como Narnia y la verdad es que el jodido rectángulo blanco no medía más de 2 metros.

-¡Joder Luke! Están en la parte inferior-le grito desde la comodidad del sillón de mi casa. Llevo el cigarrillo hasta mis labios, si, jodida nicotina a la que me hice adicto hace ya unos cinco años

-Podrías haberlo dicho antes hijo de puta-ruedo los ojos y a la vez suelto una risita. El es un imbécil, pero ha sido el único idiota que no ha sido capaz de fallarme. El aludido entra de nuevo a la sal con seis latas de cerveza en la mano, deja cuatro sobre la mesita que está frente a nosotros y me lanza una y se sienta a mi lado-No puedo creer que Jhonson se haya hecho expulsar de esa manera-comenta y yo bufo mientras escucho el "ts" de la lata de cerveza al ser abierta, el mejor sonido del mundo. Después del orgasmo de una mujer

-Es un cabrón. Piensalo bien. En los últimos cuatro campeonatos ha pasado expulsado más de 10 fechas-suelto una carcajada mientras me enfoco en la televisión-el jodido chico es un asesino, con la agresividad que juega, el perfectamente podría trabajar con nosotros-

-Si, pero no creo que tenga tanto cerebro-no discuto, porque mi amigo tiene un punto. Para estar en esto tienes que tener neuronas, algo que a Jhonson, le faltan.

-¡Fue falta hijo de perra! -le grito a la televisión mientras me levanto enfadado, casi como si el arbitro pudiese escucharme de acá. A mi lado puedo escuchar como Luke está insultando a su madre, su abuela y probablemente a todos los ante pasados. Y así es como se siente una tarde normal, al menos en mi vida.

Sentarme en mi departamento, entre medio de la calle 42 de la parte sur del BRONX, viendo un partido de futbol mientras bebo cervezas con mi mejor amigo. Posteriormente iríamos en busca de la bolsa que se encuentra en mi habitación, armaríamos unos pequeños cigarrillos artesanales de esos que te causan risa, y cuando ya nos encontraramos lo suficientemente colocados tomaríamos nuestras llaves y partiríamos a "The door" para buscar alguna chica que sea lo suficientemente inteligente para saber que a pesar de que estará toda la noche en mi cama, cuando el sol aparezca al otro día tiene que irse.

Normalmente era realmente difícil encontrar a una chica que entendiera los términos que nosotros manejábamos. Era algo simple y sencillo, después de tanto tiempo llevando la misma vida, no entiendo como aún hay chicas que esperan alguna propuesta al siguiente día o tomar el desayuno juntos en la cama. El acuerdo para mi era simple y sencillo, las saludaba y si ellas no salían arrancado luego de notar quien era, bailaba una canción con ellas para evaluar si su cuerpo era lo suficientemente coordinado para tener el beneficio de llegar a mi sillón. Las subía en mi preciosa Harley, aceleraba hasta mi casa, las bolseaba y bueno, pues espero que al otro día lleguen sanas y salvas y que tengan una buena vida.

Simple, sencillo, sin complicaciones y se disfrutara.

No los voy a engañar, no soy de esos hijos de puta que no creen en el amor y que creen que las chicas pueden ser utilizadas solo por tener una vagina. Pero, la mayoría de aquellas rubias con senos grandes que conocían el sillón en el que tengo el culo en este momento, no se respetaban a si mismas ¿Por qué debo respetarlas yo? En mis 21 años aún no había conocido una chica que se respetara frente a mi, el 70% de las que conozco simplemente se rompía las bragas en cuanto me veía a mi -o en su defecto al castaño de ojos azules a mi lado- y el otro 30% se entregaba después de un baile en el club.