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— ¡Hola! — Saludo tan jovialmente, ignorando que su corazón le dolía como nunca antes lo había hecho en su corta vida de 23 años, ignorando que ese era su ultimo saludo — Hace tanto que no vengo acá, la casa está tan triste sin los abuelos, tan polvorosa y sin vida, el césped más alto, nunca sobrepasaba mis rodillas y ahora está sobre de mi cintura, pero el río sigue siendo igual de vital — Dijo caminando despacio, esta vez no había prisa. Se detuvo cuando estuvo justo en la orilla, miro hacia él, el agua se movía tan tortuosamente que sintió un pinchazo mas el corazón.

Y es que ya no importa si dolía, JiMin sabia que no faltaba mucho para que dejara de hacerlo.

— La vida no me ha tratado bien — Siguió —; Casi no he dormido, el trabajo me consume tanto, siempre fue de mal en peor, jamás pude conseguir un empleo estable, mucho menos acabar mis estudios. Por lo tanto sigo viviendo en esa casa tan fea y, bueno, papá no ha dejado de llevar mujeres, creo que no fue broma cuando dijo que no existía para él — Empezó a balancearse con suma cautela, la tierra bajo sus pies nunca fue estable, menos en la orilla.

Cerro los ojos y puso atención a su alrededor. El sonido del agua, tan escandalosa, pero tan suave de alguna forma. El viento golpeaba contra todo su débil cuerpo, por un momento temió que pudiera llevárselo cual pluma. Sus pulmones, inhalando y exhalando con calma, llenándose de ese aire a campo y dejando salir las penas. Y su corazón... Tan dolido, pero latiendo, lento, aún haciendo correr sangre por sus venas.

— ¿Sabes que ha sido lo lindo de todo esto? Claro que lo sabes — Río con obviedad —, eres tú mi cielo. Lo sé, no tengo ni el mas mínimo derecho de llamarte mio, mucho menos en una situación como esta — Gesticulo con vergüenza—. Creo que nunca tuve el derecho de llamarte mio, pero ahora la valentía, o eso quiero creer, me impulsa a hacerlo — Sentía las lágrimas venir —, pero déjame hacerlo, sólo por hoy, sólo por ahora — Imploró, ya dejando caer las lágrimas por su rostro, sin limpiarlas, sin embargo, sonriendo, estaba feliz — Gracias...Por dejarme amarte, por hacer que mis días sean irrepetibles a pesar de tener la misma rutina, y perdón, por ser indigno, ser tan débil y ser tan poco.

Empezó a balancearse con ganas, y estiro los brazos, entregándose por completo, como queriendo que la brisa se llevara su ingrávida alma. Que ella fuera libre y que su cuerpo se quedara con todo el peso de sus malas experiencias. 

— Me despido mi amor, mi vida, mi cielo. Me despido de mi mundo, por favor, acepta cada parte, lágrima, gota y vaho de mí como disculpa, sabes que siempre fui tuyo — Respiro, con ese viento  que empezaba a ser mas fuerte que nunca, le quemaba y acaricia la piel. Suspiró y sonrió de oreja a oreja —. Déjame ser parte de ti, déjame ser parte de la maravilla eterna de la que eres, finalmente, déjame ser libre...Allá voy mi cielo, allá voy y no mirare atrás... Déjame llegar a ti.

Su cuerpo cayó por el aire, golpeando rudamente contra el agua, ni siquiera sintió cuando sus pulmones ardían, o como su cuerpo dolía sin fin. No, pero sintió como llego a donde nacen las estrellas, sintió como se desprendía de todo aquello de lo que alguna vez le hirió. 

Fue exiliado de este mundo, su sonrisa fue libre, su corazón fue efímero y sus sentimientos fueron gozo.

Joder... Así se sentía el cielo.

Sintió amor.

Y el cielo, se permitió brillar mas que nunca, su mitad, su amor terrenal dejaba de serlo. Se convirtió en plasma celeste yendo directo  con su mas grande amor, el cielo brillaba porque no podía dejar que se perdiera.


El chico que se casó con el cielo ✨ YOONMIN/JIMSU ✨Where stories live. Discover now