Aunque Livy se hubiera quejado en muchas ocasiones que sus atributos resultaban demasiado grandes, para Cage la chica era la cosita más sensual que había visto en su vida. La había podido comparar en múltiples ocasiones con Anabelle y su vientre plano, y desde luego siempre ganaban las curvas de Livy. Quien ocupaba su cama al final del día ya era otra, pero era cuestión de cual de las dos era intocable.

-Bien, coge tu moto y vete -dijo Livy cuando finalmente habían llegado a su vehículo.

Definitivamente, la Livy melosa de esa mñana había desaparecido para dar paso a la gruñona y enfurruñada chica que tenía siempre a su alrededor. Sin embargo, estaba seguro que si tomaba sus carnosos labios que en aquel momento se apretaban en una mueca de desagrado, no tardaría en responder.

-¿Si te beso... -preguntó, sabiendo cual sería la reacción de la amiga de su hermana- tu padre me va a disparar?

Livy frunció el ceño.

-Claro que no -contestó como s le hubiera preguntado una gran estupidez-. Mis padres están en contra de las armas. Pero no lo hagas igualmente.

Sonrió, en realidad no estaba sorprendido por la inclinación de la familia de Livy. Desde luego que eran un grupo ejemplar, en contra de las pistolas y seguramente de cualquier tipo de droga. Si los comparaba con Deuce, Eva y el núcleo familiar que habían formado, resultaban tan dispares cómo un grupo de ovejas y uno de lobos. De seguro que una reunión entre las dos familías sería un completo desastre.

-¿Sabes? Si mi vida no peligra por ello, creo que voy a hacer lo que quiera.

Y la cogió por la cabeza antes de besarla cómo si no hubiera mañana. Se introdujo en su boca sin miedo y no esperó a que reaccionara para empezar a jugar con ella. Livy era cálida y extremadamente dulce. No sabía como había evitado ese pedazo de cielo hasta ese momento, y tampoco tenía claro cómo se iba a alejar de este. Y no era una ida que le agradase, pero estaba harto de huir. Tenía encerrado ese deseo en si mismo desde hacía tiempo, y ese era el momento de vivirlo. Lo que pasara después ya sería cosa de su yo satisfecho.

Soltó a la aturdida Livy y se montó en su moto antes de encenderla e irse al club, aún sin ser saciado. Había pensado lograr que la amiga de su hermana relajara todas las tensiones que había acumulado en su cuerpo por culpa de la tentadora joven, pero solo había logrado aumentar su libido, el cual empezaba a hacerse notar en sus pantalones.

Peró cuando llegó al club, siendo ya tarde, no se veía con ganas de tomar a cualquiera de las chicas que había por allí. Aquel día, el cariño de Livy había largado que, por primera vez, no se conformara con el cuerpo de alguna mujer que se encontrara bagando por allí, sedienta de un buen motorísta. De modo que cruzó el club entero ignorando a todo aquel que se le acercara y entró en la ducha de su habitación para satisfacerse a si mismo, imaginando que era la mano de cierta joven encantadora la que le rodeaba y le daba placer.

-¡Joder, Livy! -gruñó cuando dejo su rastro en los azulejos de la ducha.

Sabía que mis padres me habían estado observando desde la ventana, fué por eso que entré rápidamente a casa y me encerré en mi habitación. Me sentía tan frustrada. No había manera que pudiera devolvérsela a Cage, y tampoco tenía modo alguno de resistirme a él. Papá y mamá creían que salía con un motorista de pacotilla y Greg había quedado embelesado por el hermano de Dany. ¿Tan díficl era de creer que no me gustaba tal persona?

No me gustaba, esa inocente fase había sido dejado atrás hacía años, pero en aquel momento me encontraba en una mucho peor. Lo deseaba, cómo nunca había deseado a nadie. Y, aunque nunca había sido vanidosa, sabía que Cage me deseaba a mi. Resultaba obvio. El problema erradicaba en que hacer con esa situación. No podía entregarme a ello, eso era obvio. Mi amistado con Dany era mucho más importante que un simple calentón, cómo diría ella. Tenía que aprender a controlarme y a mantenerme alejada de Cage. Y también debía lograr hacer entender a mi familia que no mantenía ninguna relación con el motorísta, a parte de pagar por su silencio ante mi amiga. Quizás debería evitar que fuera a mi casa por una temporada.

Me dormí, un rato después, planeando cómo no encontrarme con Cage a solas durante las siguientes semanas. Aún así, todo se fué al garete el día siguiente, cuando, al llegar al club acompañada por Dany, a la que habían arreglado el coche por fin, y sus amigas, fuimos dirigidas rápidamente al almacén.

-¿Qué está pasando? -pregunté mientras ZZ me empujaba a la zona más lúgubre y tórrida del lugar.

-Cuarentena, preciosa -explicó abriéndome la puerta de una habitación en la que habían unos cuantos camastros y las famílias de los miembros del club-. Hemos entrado en guerra y me tempo que no vamos a poder salir hasta que la cosa no se normalice.

Bien, aquí está el capítulo del fin de semana. No se si voy a subir otro o no, pués estoy de exámenes, pero voy a intentar tener algo preparado para la larga semana que me viene por delante. Tan sólo quería avisar de los duros momentos que tengo por delante y justificar mi ausencia durante una semana entera (más y más exámenes). De todos modos, espero tener algún momento para subir, y decir que, durante un par de capítulos vamos a estar encerrados todos en el club de los jinetes. Vamos a encontrarnos con algunas tensiones, ¡más de las que había en la casa de Livy!

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