❤️Capítulo 20❤️

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En una habitación, acostada en una camilla y conectada a varios equipos se encontraba Dora, la madre de Sam, la cual aún estaba inconsiente. Después de haber intentado cortarse las venas con uno de los vidrios del espejo que había en el baño, su condición de salud había empeorado de manera drástica. Los doctores tenían miedo de que no pudiese sobrevivir más de una semana en esa condición. Dora había quedado muy débil después de la operación que le realizaron hace unas semanas y aunque continuaba con el tratamiento su cuerpo no parecía reaccionar de la manera que todos esperaban y su recuperación iba demasiado lenta, y luego con la cantidad de sangre que perdió, las pocas esperanzas que tenía de vida se habían ido por completo.

Esas noticias no eran nada positivas y Sam se negaba a aceptarlas.

¿Por qué cuando todo parecía estar bien, la muerte tenía que volver a hacer acto de presencia?, se preguntaba Sam entre lágrimas.

Antes era el dinero lo que le impedía salvar a su madre, pero ahora, aunque tenía el dinero, la vida de su madre seguía en riesgo y no había nada que ella pudiese hacer.

El hecho de que su madre pudiese morir le dolía, pero lo que más la hacía llorar era el saber que ella misma decidió irse y dejarla. Intentó suicidarse sin importarle nada en absoluto. Sin importarle lo que habían vivido y lo que planeaban vivir más adelante. Eso era lo que realmente le hacía pedazos el corazón.

Aún no podía entender el porqué lo había hecho. Por fin tenía esperanzas de vivir, ya tenían el dinero y habían pasado por la parte más difícil que era la operación, solo restaba continuar con los tratamientos y confiar en que todo iba a salir bien. ¿Por qué intentar quitarse la vida a estas alturas?

¿Sam había aguantado tanta humillación por parte de Diego y de Venus para nada? ¿Había permitido que pisaran su orgullo tantas veces para que su madre simplemente decidiera quitarse la vida?
¿Todo su esfuerzo había sido en vano?

Sam se negaba a creer que su madre fuera tan egoísta. Le dolía tanto pensar en eso que ni siquiera fue capaz de verla en esa camilla. Ella quiso quedarse a su lado sosteniendo su mano y esperando alguna señal de vida de su parte, pero no pudo hacerlo. Sam se encontraba sentada afuera de la habitación, sentada en una incomoda silla y llorando como si no hubiese un mañana. Deseaba que todo fuera una pesadilla y anhelaba que ese mal sueño terminara pronto. Quería que su despertador sonara o que Tanner la despertara diciéndole lo mucho que le molestaba su presencia en la casa. Quería que Scott lamiera su rostro y le recordara que todo estaba bien. Pero ella sabía que nada de eso pasaría. Esto era real, y por más que se negara a aceptar los hechos, nada iba a cambiar. Por más que llorara en esa silla, nada se iba a resolver. Lo único que podía hacer era aceptar la situación e intentar sobrellevarla de manera positiva, pero ¿Cómo?

¿Hay alguna manera positiva de aceptar que tu madre morirá y que no puedes hacer nada para evitarlo? Y aún peor, ¿que fue ella la que decidió morir?

—Sam —una voz se escuchó por el pasillo pero ella no quiso ni siquiera mirar quién era. Estaba demasiado triste como para levantar la cabeza.

Siguió llorando hasta que sintió unos brazos rodear su cuerpo y un cálido aroma de perfume caro inundó sus fosas nasales. Aquella persona la abrazaba con firmeza y aunque no podía ver quién era, se sentía cómoda entre esos brazos. Sam no lo pensó dos veces y correspondió el abrazo para luego permitirse llorar en el pecho de ese hombre, porque claramente el cuerpo era de un hombre.

El individuo se limitaba a acariciarle el cabello mientras ella se desahogaba. Los minutos fueron pasando y poco a poco el llanto de Sam disminuía. Sus sollozos eran más suaves y su respiración se volvía regular.

¿HOMOSEXUAL? Where stories live. Discover now