❤️Capítulo 24❤️

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Un arbol tras otro arbol y una carretera sola y oscura, era lo único que Sam podía ver por la ventana. La brisa de la noche acariciaba su piel haciéndola temblar de frío, pero se negaba a sacar un abrigo ya que estaba en su morral el cual estaba en la cajuela del vehículo.

—¿A dónde vamos? —se atrevió a preguntar, pues tanta oscuridad la estaba poniendo nerviosa.

—Conozco una buena montaña para acampar. Vine una vez cuando era niño, te va a encantar.

Tanner parecía estar de buen humor, lo cual era raro porque realmente Manson lo había insultado hace unos minutos.

—Oye, si quieres podemos ir mejor a la casa. Para que despejes tu mente por lo que Manson dijo e hizo. Podría relajarte —propuso, apartando la vista de la ventana para mirarlo.

—Tenerte a mi lado es la mejor forma de relajarme —confesó él, mirándola fijamente.

Sam se quedó muda ante aquellas palabras, y él se maldijo por haber sido tan honesto.

—Me refiero a que el aire libre me va a relajar, y tenerte a mi lado reduce las posibilidades de morir —aclaró, con la intención de que el ambiente incómodo se fuera.

—¿Reducir las posibilidades de morir?

—Sí, ya sabes, como en las películas de terror. Si sale algún loco con un cuchillo, probablemente solo pueda matar a uno de los dos y ese será al más débil y lento, lo cual me dará tiempo para correr y salvar mi vida.

Sam soltó una risa indignada y le golpeó suavemente el hombro.

—Qué generoso de tu parte. Ser usada como carnada es uno de mis sueños —comentó con ironía y ambos rieron por eso.

Pocos minutos después, Tanner detuvo el auto y se bajó de él, Sam solo lo siguió. Era una montaña con un pequeño lago junto a ella. Estaba iluminada y rodeada por unos pocos árboles.

—Es hermoso —comentó ella.

—Sí, lo soy.

—Idiota —volvieron a reír.

—Aquí no hay ninguna cabaña, por lo que será necesaria la carpa para no ser comidos vivos por los mosquitos —informó Tanner, mientras sacaba del auto todo lo que iban a necesitar.

Juntos armaron la carpa y encendieron la fogata. Tanner buscó unos troncos secos para poderse sentar en ellos y recibir un poco de calor. También tomó el abrigo extra que trajo, y lo puso sobre los hombros de Sam.

—Oh, no. Puedes usarlo tú, yo traje mi propio abrigo —dijo ella, intentando quitárselo pero Tanner se lo impidió.

—Te ves más linda con el mío. Además traje dos, no tienes que preocuparte porque no voy a aguantar frio —informó mientras le terminaba de poner el abrigo. Un brazo y después de otro, como si ella no pudiese hacerlo por sí misma.

Sin decir nada más, ambos se sentaron junto a la fogata y comieron hasta saciar el hambre.

Tanner se sentía tan feliz, no podía creer que estuviese a solas con ella. Después de todo, Manson hizo algo positivo. Debía aprovechar al máximo las horas que quedaban y por alguna razón, sentía que la fogata y la montaña le daban un toque romántico al momento, y eso le hacía desear decir y hacer tantas cosas. ¿Sería tan valiente para al menos intentarlo?

—¿En qué piensas tanto? —preguntó ella de la nada. Tanner levantó la mirada del suelo para mirarla a los ojos.

—¿Cómo sabes que estás enamorado de alguien? —cuestionó él.

¿HOMOSEXUAL? Where stories live. Discover now