❤️Capítulo 8❤️

280 50 102
                                    

NARRA SAMANTA
°

No puedo creer lo que hice anoche. ¿En serio lo amenacé de esa forma? ¿Darle una patada en ese rico trasero? ¿En serio le dije eso?

¡Dios, qué vergüenza!

Creo que no seré capaz de verlo hoy a la cara. ¿Y si se queja con Diego y me despiden por eso?

¡Qué estúpida soy!

Jamás debí perder la paciencia de ese modo, aunque con Tanner parece imposible mantener la calma. Es que cualquier palabra que salía de su boca lograba irritarme hasta el punto en que no pude soportarlo más y exploté.

Aún recuerdo su mirada confusa y cargada de miedo. No puedo dejar de reír con solo recordar esa expresión. Sentir como su  enorme cuerpo temblaba ante mi agarre y como su agitada respiración chocaba con mi rostro, sin duda alguna, fue lo mejor del mundo.

Pero ahora me arrepiento de eso.

Sin pensar en nada más, salgo de mi habitación encontrándome a Scott acostado en el suelo junto a la puerta el cual me mira y me pide comida con los ojos. Suelto una pequeña risa y salgo de allí caminando en dirección al patio. Paso por al frente de la habitación de Tanner y noto que la puerta está entre abierta. De forma muy cuidadosa me asomo para darme cuenta de que no hay absolutamente nadie.

¿Dónde ha dormido el animal?

¿Tan enojado quedó como para no venir a dormir a la casa?

No presto más atención a eso y decido alimentar el enorme perro. Cuando termino, subo al segundo piso y me doy una ducha rápida para luego ponerme ropa cómoda y un poco abrigada, pues el clima de hoy es bastante frío.

Cuando termino de organizarme escucho el característico sonido de mi celular anunciando una llamada entrante. Tomo el aparato entre mis manos y mi corazón se acelera al ver quien es el que llama.

Diego.

¿Ahora qué hago? ¿Cómo le digo que su perro rabioso y malcriado no pasó la noche en la casa y que no tengo idea de a dónde fue, o al menos dónde está ahora?

Contesto la llamada muy nerviosa.

—Señorita, Samanta, buenos días —saluda de forma educada haciendo que mis nervios aumenten.

—Buenos días —suelto en un hilo de voz con la esperanza de que no pregunte por su hijo.

—¿Cómo fu su primera noche compartiendo casa con Tanner?

Mierda. ¿Por qué mejor no me pregunta por Scott?

—Bien —miento mientras muevo inconscientemente una de mis piernas.

—¿En serio? ¿Fue una noche tranquila? —pregunta incrédulo. Al parecer conoce muy bien a su hijo.

—Sí, fue una noche muy tranquila, incluso fue como si él no hubiese dormido en la casa.

Sam, por Dios, ¿qué rayos estas diciendo?

—Me cuesta creerlo, Tanner no es así. Pensé que intentaría sacarte de la casa y al no poder hacerlo, preferiría irse él y dormir en otro lado.

—¿En serio? —río nerviosa y doy gracias a Dios porque no puede verme.

—Samanta, no soy estúpido. Estoy al tanto de todo lo que sucede con mi hijo, sé perfectamente que no durmió en la casa. ¿Por qué me miente?

Me quedo estática ante sus palabras. Creo que mentir no fue una buena opción.

—Estoy enfrente de la casa. Voy a entrar —es lo último que dice y luego corta la llamada.

¿HOMOSEXUAL? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora