42 'Fantasías suicidas'

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El frio viento, que entra por la ventana, golpea contra mi cuerpo, las lagrimas bañan mi almohada y el ruido de los autos, confunde mi cabeza, que aturdida piensa que sigue en Asgard. Aun tengo claro el recuerdo de la última vez que lo vi, han pasado ya varias semanas, no he podido olvidar su rostro al mirarme, un minuto antes de que entrara al Bifröst, su mirada turbia y apagada, su ceño fruncido y sus labios tensos, que formaban una sola línea.

-No perdí mi tiempo –murmuro – ¿Verdad? –pregunto esperanzado, que mas hubiera deseado yo, que gritarlo un ‘Claro que no’ y lanzarme a sus brazos, pero me fue imposible, negué con la cabeza, tal vez eso le dio valentía, porque dio un paso hacia mí y yo retrocedí otro, para lograr entrar al Bifröst y deslizarme por el, sin despedidas, sin discursos, sin remordimientos, ¿Qué pudo pensar él? No lo sé, ¿me odiara? ¿Entenderá porque lo hice? ¿Me reprochara? ¿Me perdonara? ¿Pensara que soy una cualquiera?, estas dudas venían comiéndome la cabeza.

Hace un par de días, Amelia vino a por mí, quería llevarme a la universidad, alterada me negué a hacerlo, unas horas más tarde, regreso para llevarse a orión.

-No te lo llevaras –gemí.

-Joder, Elizabeth, no te alimentas a ti, menos lo harás con él, estará a salvo conmigo – sin mencionar nada más, salió de la casa.

Hoy me he decidido a salir, debo ponerme al corriente con mis clases, me he dicho mentalmente, para darme valor, pero no ha sido suficiente, sin importarme mi aspecto, salgo de la casa, con el cuerpo limpio por el baño, pero con el alma turbia por la tristeza. Mi atuendo es lo que menos me importa, llevo unos jeans negros y un suéter gris de Niall, que más da si me veo como una pordiosera, tal vez podrán detenerme en la calle y llevarme un sanatorio por parecer, demente.

Suspiro frustrada, llego a la universidad y al entrar en el edifico, siento que todos los pilares caen sobre mí, me derrumba el hecho de que al girar, él no estará mirándome,  pensar que cuando regresare a casa él no me saludaría, y todo por mi cobardía, por no querer luchar, Amelia me lo había replicado más de una vez, y conseguía siempre la misma respuesta, ‘tú no sabes nada’, casi proferida en un grito. Harry no daba señales de vida, Louis, pasaba un par de veces a mi casa en la semana, me obligaba a comer aunque fuera un emparedado y al no ver señales de vida humana en mi se alejaba.

Entre al aula, despertando murmullos, tal vez mis ojeras, o mis ojos enrojecidos, estaban delatándome.

-Lizzy –dice Ami, le dedico una sonrisa y me siento a su lado – ¿Cómo ha ido todo?

-Normal –respondo fría, ella no se empeña en continuar con la plática, coloco mis manos sobre la fría mesa y me recuesto entre mis brazos

-Termino la clase –dice moviendo mi hombro, abro los ojos de sobresalto, estaba soñando con Niall, pensando que era real.

-¿Puedo pasar por Orión?

-¿Lo alimentaras? –pregunta seria. Asiento –Iremos por el

El viaje a casa de Ami, fue muy serio, ella no hablaba y yo no cruzaba palabra, al tomar a Orión, quien se emociono al verme, me despedí y partí a mi casa, sin prestar atención al ¿Cuándo lo superaras? De Amelia.

-Te extrañe –murmuro al dejarlo sobre el suelo. Sirvo comida y agua en su palto y le dedico un par de caricias. Subo a mi habitación, en busca del libro que había estado leyendo en estos días, María, al irme de casa, lo había dejado sobre mi cama, pero ya no está, en su lugar puedo ver un papel finamente doblado, lo tomo y con manos temblorosas comienzo a leerlo.

 Querida Elizabeth:

El hijo de Thor #1|N. Horan| En edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora