CAPÍTULO 32

1K 166 305
                                    

⚠️ No sé si este capítulo puede herir la sensibilidad de alguien, pero por las dudas aviso que lean bajo su propio riesgo¿? ⚠️

Inolvidable

Murmullos era lo único que podía oír desde mi asiento.

Los hombres desconocidos me habían amarrado y vendado, me habían subido a un transporte y llevábamos lo que parecía una eternidad en viaje, estaba segura de que íbamos a irnos de Maldonado.

Mi cabeza se sacudía cada vez que el transporte se movía por demás y mis lágrimas me acompañaban a cada lado.

Las personas hablaban pero estaba tan inestable que siquiera podía llegar a escuchar una oración completa, y no porque me hubieran hecho algo, simplemente no podía dejar de pensar y temblar.

¿Iba a conocer al asesino? ¿Querían plata de mis padres? ¿Mis padre pagarían por mi libertad?

Preguntas, preguntas y más preguntas, y no podía conseguir ni una maldita repuesta temblando sobre aquel vehículo.

Fue solamente cuestión de tiempo para que me dejaran bajar y me obligaran a caminar algunos metros, por suerte no habían llegado a la violencia, no sabía si eso era porque estaba colaborando bastante o simplemente no estaba en sus planes.

Avanzamos por un piso sumamente liso, tal vez, si no me tuvieran agarrada de cada lado, hubiera resbalado.

Caminábamos en silencio, tanto que la situación hasta se me hacía aún más atemorizante de lo que ya era.

Podía oír algunas gotas que caían a un ritmo torturante a las que nos acercábamos con cada paso.

Sentía que mis pies se iban a enredar por la confusión en cualquier momento y me aterrorizaba la idea de qué podrían hacerme por el simple hecho de tropezar, no sabía a qué se suponía que me estaba enfrentando.

En cuestión de segundos mis pies se chocaron con algo que sonó bastante hueco y las personas que tenía a mis lados me forzaron a sentarme sobre aquel objeto, supuse que era una silla.

Noté que, tras eso, muchos pasos resonaron alejándose de mí y, la única presencia que sentía a mi lado, me quitó aquella extraña venda de la cabeza.

—No te preocupes— murmuró el hombre antes de guardarse el objeto.

Sin mover mucho mi rostro contemplé de reojo aquel desgastado lugar. Las paredes eran de ladrillo, tenían musgo entre ellos y el techo estaba tan oscuro que se veía igual de aterrador que en mi imaginación.

Regresé mi mirada hacia las personas que aguardaban a un lado de un extraño marco de puerta, pero el hombre a mi lado se mantuvo ahí, claro que siquiera podía ver su rostro.

Mi piel se erizó justo antes de que una nueva persona, imponente, entrara a la sala; sonreía con malicia. Era tan cínico.

Llevaba un traje negro y un reloj dorado en su muñeca, mientras que en su mano sostenía un vaso solamente con tres dedos y, entonces, elevó ambas cejas con lentitud hacia mí, esperando algo.

—¿Esa entrada es lo suficientemente buena como para ser parte de alguno de tus libros?

No le contesté y tragué duro, tenía ganas de vomitar.

Continuó avanzando por la sala con aquellos hombres observándolo bajo sus mascaras; dejó su bebida con uno de ellos.

Caminó hacia mí, con una seguridad que no dudaba que tuviera y, cuando nos encontramos lo suficientemente cerca, disminuyó su altura para quedar frente a mi rostro.

MelifluaWhere stories live. Discover now