CAPÍTULO 04

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Había recibido cientos de mensajes por parte de Emily, por diferentes redes sociales; detalle que descubrí cuando me la crucé dos veces tuiteando sobre mí, y decidí buscarla en todas las demás. No había dicho nada extraño, por suerte. También me había interceptado cada vez que salía de alguna clase y hasta le había rogado a Mary, pero finalmente lo logró. Me tenía en su oficina aguardando por sus preguntas, lista para realizar la entrevista.

—En realidad será algo sencillo— me contaba la pelinegra, mientras encendía una cámara—. Tenemos unas preguntas elaboradas para ti y luego publicaremos la entrevista en el periódico escolar— explicó—. Únicamente para inspirar a los estudiantes a cumplir sus metas, como tú cumpliste las tuyas.

Y lo entendía, esa era la excusa para la mayoría de entrevistas. Mis supuestas metas nunca podrían pertenecerme por completo. Si fuera por mí estaría estudiando sociología, viviría frente al mar y la escritura no sería más que un hobbie... Las entrevistas no eran para inspirar, eran para hacerme soltar spoilers y, en el mejor de los casos, comenzar algún rumor.

Dos cámaras, un micrófono y dos pares de ojos me rodeaban. No estaba nerviosa, pero me parecía demasiado excesivo para un simple periódico escolar. Di golpecitos en mi pierna mientras los veía organizarse. El único chico de la sala se encontraba detrás de la cámara y Emily se encontraba sentada junto a mí. La periodista se miraba a sí misma a través de la cámara y acomodaba su cabello de un lado a otro, aparentemente buscandole el mejor ángulo, a pesar de que se veía igual de cualquier manera; era demasiado lacio como verse diferente.

Ya había tenido decenas de entrevistas -más cuando la gente se obsesionó con que publicara libros a los trece- y aún así me seguía provocando incomodidad, el no saber cuándo podría arruinarlo todo con las palabras equivocadas. La gente se había vuelto fan de manipular y malinterpretar.

Finalmente Emily acercó la grabadora a su boca y comenzó: —¿Cuándo empezaste a escribir?

Era una pregunta típica que hacían en la mayoría de las entrevistas. Esperaba más de ella, y no por ser dramática, pero había insistido tanto que creí que iba a recibir un par de sorpresas. Había supuesto que a lo mejor me preguntaría algo sobre cómo comía las empanadas o cuánto dinero había en mi cuenta, para sorprenderse con la respuesta de que, en realidad, no tenía cuenta bancaria.

—A los diez años— contesté sonriente—. Escribía mis pesadillas porque creía en el dicho de: "si pasa por el papel allí quedará".

Sentí mi sonrisa tambalear. De hecho mi hermano me lo había enseñado. Pero sonreí. Ann siempre decía: "sonríe, parecerás más simpática".

—¿Por qué te interesaste en escribir terror, suspenso y misterio?

Otra pregunta típica, aunque generalmente lo acompañaban con un "siendo mujer". Y yo tenía que pretender que mi género tenía algo que ver, como si el miedo no nos abasteciera a todos.

—Como ya dije anteriormente. Solía plasmar mis pesadillas en textos y se volvió un hábito.

Volví a sonreír mientras regresaba mi vista al chico, que me miraba fijamente. Me notó detenida en él y retiró su vista, sacudiendo su cabello rubio -casi gris- antes de regresar el foco de la cámara a Emily.

—Tengo entendido que Red Garden fue el primero de tus libros publicados. ¿Cómo surgió el escribirlo?— se inclinó hacia adelante.

MelifluaWhere stories live. Discover now