CAPÍTULO 13

1.3K 190 189
                                    

La magia de las primeras veces.

La discusión de Liam y sus hermanastros no había salido de mi mente en toda la semana y el apellido que había nombrado Nick me hacía eco en la mente durante cada noche de insomnio. Así que ignoré lo que Liam pidió y me dediqué a buscarlo, arriesgándome a involucrarme en cualquier cosa que ocultaran, aunque nada parecía ser peor que inspirar a un asesino serial, claro.

Realmente esperaba que apareciera algo relacionado a criminales, pero en cuanto busqué "Celal" la imagen de Rayhan apareció en mi buscador. Tampoco es que me hubiera parecido extraño, recordaba perfectamente la fiesta de Nick y la incómoda llegada del universitario.

Le hablé por instagram, me respondió, me invitó a una fiesta de cumpleaños para "ayudarme a adaptarme en el nuevo departamento" y acepté. Así de rápido, así de simple.

Mi plan era súper sencillo: salir y sacarle información. O, como última opción, preguntarle directamente. Necesitaba saber sobre el tema de las amenazas pero, sobre todo, necesitaba saber que había pasado en aquella fiesta y porqué mi mente se esmeraba tanto el bloquearlo.

Durante nuestro breve chat Rayhan habló de esa noche sin un solo deje de amnesia y yo me limité a interpretar.

Él sería nuevamente mi primera vez. Fue mi primer beso y será mi primera cita. Y esas cosas solo señalaban que el universitario nunca sería quitado por completo de mi vida.

Mi hermano siempre decía que todas las primeras veces tenían su magia y claramente mi primera cita no sería la excepción.

¿Tenía miedo de salir con quien probablemente estaba amenazando a Nick, Liam y Nibbas? Efectivamente, pero algo me decía que era la pieza que necesitaba en este caso que, realmente, solo me involucré para distraerme.

Le había inventado a Ann una historia de amor ficticia y le había pasado mi ubicación en tiempo real; porque claro, tampoco era tan estúpida como para irme con alguien que apenas conocía, y que parecía ser bastante cercano al aura extraño en el que se movían mis compañeros, o algo así, sin informarle a nadie. Además no me había dicho el lugar al que iríamos, así que con más razón necesitaba que alguien supiera mi ubicación.

El pelinegro aguardaba por mí apoyado en el portal del internado. Llevaba unos shorts de jean, una camiseta negra, una campera gris y un gorro negro con visera. ¿Y para qué mentir? Le quedaba bastante bien, como -según vi- todo.
Bajé un poco mi short negro, me acomodé la campera de jean y finalmente avancé hacia él. Rayhan elevó la mirada y me sonrió.

Le devolví la sonrisa llegando a su lado.

—Te ves como una diosa griega— se levantó un poco sus lentes y me observó de pies a cabeza—. Una lástima que no hayas aceptado la visita a mi casa.

—¿Y qué hubiéramos hecho en tu casa?— cuestioné elevando las cejas.

Seguro quería intimar.

—Fumar un porro— exclamó y lo contemplé con un poco de sorpresa.
Rodé los ojos y le sonreí.

—Y vos te ves como un... ¿dios griego?— alagué con duda.

Soltó una solitaria carcajada.

—Creo que me identifico más como una bestia— comentó—. A diferencia de los dioses griegos, tenían el...— hizo una pausa para insinuar la palabra sin necesidad de formularla—. Gigante— marcó una larga distancia con sus manos y me guiñó un ojo.

MelifluaWhere stories live. Discover now