21. Luna azul

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Aquí está el capi del viernes ^^ Llevo un par de días sin contestar reviews, lo siento no he podido hacerlo y me conecto ahora "expressmente" para no dejaros sin actualización hoy pero prometo responder todos que sabéis que me encanta :3

Uff ya este capi, en su día era mis favoritos, ahora no sé muy bien qué siento al respecto jaajaj :$ ¡Ojalá os guste!

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29

Esta noche había quedado con Amara en un lugar diferente, no quería alejarme demasiado de Enoc. Las frías aguas del Mar Negro arremetían con furia contra las rocas, jodidamente afiladas. El olor a sal me ayudaba a mantener mi mente despejada, aunque en realidad aquellas aguas no eran tan saladas como las de otros mares. Esto se debía a las numerosas corrientes fluviales que desembocaban allí. En realidad, cuando fundé Enoc, aquellas aguas ni si quieran eran un mar, sino un vasto lago de agua dulce. Los grandes diluvios habían causado el derramamiento de más de un umbral de rocas del Mediterráneo. Aún así, nunca me había rendido, por más que en el Cielo se empeñasen en hacerme la vida imposible, siempre había logrado superar las adversidades y hacer prosperar mi ciudad. El color oscuro de las aguas se debía a que, en el fondo, no había oxígeno debido a la gran proliferación de algas y otros microorganismos. Al no haber oxígeno, se mantenían en perfectas condiciones las ruinas de las diferentes etapas históricas por las que había pasado la ciudad. Los demonios acuáticos solían jugar entre las paredes que con tanto esfuerzo había logrado tallar. Contemplaba satisfecho las grandes e iluminadas torres que desde la lejanía desafiaban al Cielo con su altura. Al haber luna azul se estarían celebrando numerosos rituales y ceremonias. Todo aquello había sido el fruto de mi esfuerzo y dedicación. Me sentía orgulloso.

Detuve mis cavilaciones. Por fin Amara había llegado. La última vez que nos habíamos visto, yo había perdido el conocimiento, envenenado. Estaba convencido de que se alegraría de verme. Me giré hacia ella dedicándole una media sonrisa de las mías. La otra mitad, tendría que sacármela ella.

—Me alegro de que estés vivo –pronunció ella con un tímido gesto. Ni se había arrojado a mis brazos gritando mi nombre ni me acosaba a preguntas como solía ser característico en ella.

—Superbia logró sacarme de allí a tiempo. —Amara recordó la enorme pantera que había vislumbrado antes de que ella también perdiese el conocimiento—. Ven, vamos a acercarnos al agua —le dije tomándola del brazo y guiándola a la orilla. 

Nos pegamos a las rocas del acantilado, aprovechando un pequeño saliente de tierra, y dejamos que las olas nos salpicasen con sus crestas espumosas. Pronto la marea subiría, alcanzando su máximo, y nos cubriría por completo. Quería que ella viese las ruinas marinas iluminadas por las luces de Enoc. Su larga melena se mezclaba con la brisa oscura y yo me esforcé en aparentar que mis cabellos también se unían en aquel remolino.

—¿Lo que se ve al fondo es Enoc? —me preguntó ella.

—Sí. El castillo que destaca sobre las demás siluetas es donde vivo yo. Es impresionante, ¿verdad?

Las torretas del enorme castillo se enzarzaban alrededor de un invisible tronco, desafiantes, erectas, intentando penetrar en las lujuriosas nubes.

—Estoy acostumbrada a la Rosa Dorada.

—Pero éste es mejor. ¿Te has fijado en la luna?

La gran emperatriz de la noche se alzaba frente a nosotros imponente, onírica. Una esfera perfecta de luz que tejía finos hilos plateados sobre el mar. Parecía increíble que algo tan grande lograse mantenerse sobre el cielo, flotando. En cualquier momento podía estrellarse contra nosotros.

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