El pasado olvidado

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De nuevo desperté en la misma habitación oscura de todos los días, mi cuerpo atrofiado por las distintas pruebas comenzaba a dejar de responderme en ocasiones. Miré a mi alrededor, de nuevo las cuatro paredes de cemento me tenían aprisionada junto con una puerta de metal empotrada a pocos pasos de mi colchón. Escuchaba las gotas del grifo caer y que servían como método para conciliar el sueño. Mi mirada vacía se posaba en el techo, otra vez había dormido solo cuatro horas.

Mi nombre es Akechi. _____ Akechi, así es, soy la hermana del famoso detective que anda rondando tras los casos de los pérdidas de voluntad. Y sí, como muchos ya podéis intuir mi padre es el famoso candidato a la presidencia Masayoshi Shido.

Aquel personaje me vendió a cambio de asegurar sus votos con solo tres años, con gusto unos hombres con una bata blanca me llevaron a una torre de confinamiento donde pasé 7 años de mi vida: Me levantaba iba a aquellas salas con muchos artilugios, experimentaban conmigo y para colmo sobre el medio día se dedicaban a adoctrinarme, si sacabas en el examen una nota inferior a la exigida, te llevaban a aquella sala de artilugios de las cuales era mejor no recordar. Encontré a más gente como yo, alguno llegaban a la cúspide de su límite desplomándose en el suelo delante de las narices de todos, no podías hacer nada, el profesor solo se dedicaba a continuar con la lección mientras que unos hombres trajeados se llevaban al niño a rastras. Fue gracias a la astucia y el sentido de deducción lo que me llevó a seguir adelante mientras veía a los demás desplomarse en el suelo.

En aquel lugar no te permitían tener amigos en absoluto, de hecho, si los hacías te castigaban con experimentos aun más sucios que los que te hacían actualmente. Es por eso que todos andábamos cabizbajos y que el sentido primordial de la educación se andaba perdiendo poco a poco.

Los experimentos comenzaron a ser más fuertes y más destructivos acabando con la mayoría de los conejillos de indias, yo no me libré, de hecho, andaba metida en todos los percales. Si te contara que la electrocución era la tortura más suave que había no me creerías. Intentaron meterme un artefacto, sin embargo mi cuerpo lo rechazó por completo quitándomelo casi en el acto sin anestesia alguna. Muchas marcas quedaron sobre mi torso, gracias al cielo que los brazos y las piernas no sufrieron cicatrices en absoluto.

Tras acabar los experimentos debías volver a tu habitación o más bien cárcel por tu propio pie, si morías en mitad de éste te tiraban a un lado para seguir con otro sujeto y si no podías moverte hacían lo imprescindible hasta que te echaran.

Cada vez que llegaba a mi habitación las lágrimas brotaban de mis ojos, suplicando y rogando a la nada que alguien me salvara, pasaban los días y por los pasillos había menos gente de la normal, solo pude distinguir a lo lejos una cabellera pelirroja que destacaba mucho más que los demás, pero su mirada era vacía como todas. Intenté intercambiar unas palabras con aquel niño, pero un hombre de seguridad casi me lleva a la zona de experimentación por incumplir la normas, menos mal que fui cauta o sino me temo que no estaría escribiendo esto ahora mismo.

-Akechi, Akechi _____ Acuda a la zona de experimentos número 7. -Sonó el megáfono. Me temblaron las piernas al escuchar mi nombre, pensé que el segurata había dado un aviso en cuanto me di la vuelta, pero el Walkie-Tolkie seguía en la misma posición. Seguidamente pensé en las cámaras, pero todas marcaban otra dirección, tras comerme el tarro no tuve más remedio que ir a donde me dijeron.

Permanecí en una habitación sin comida ni agua durante una semana, quise poner punto final cuando encontré por el suelo una jeringuilla extraviada, la misma que me metieron horas antes..., pero me arrepentí consolándome diciendo que este infierno acabará. Tras esa semana volví a los pasillos donde el número de compañeros se había reducido un 70%, aun así la cabellera roja seguía pululando por ahí, cada vez que pasaba a su lado no podía evitar pensar en una pequeña esperanza por la viveza de su cabello. Fue un día cuando me di cuenta que había algo más en su rostro a parte de aquellos ojos apagados, una especie de cicatriz en forma de cruz.

Persona 5 & RoyalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora