Capítulo 26

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La Sede era un completo caos como cualquier primer día luego de un periodo de ausencia de parte de todo el personal. Richard caminó por los pasillos dando estrictas órdenes mientras la organización volvía a nacer. Su secretaria lo seguía de cerca y lo mantenía al tanto de cualquier asunto mientras él le respondía cómo actuar al respecto. La mujer se detuvo en las puertas de su oficina.

—El señor Dunne está aquí solicitando hablar con usted —Dijo ella.

—Tengo demasiadas cosas que hacer, dile que tendrá que esperar —Dijo Richard.

La mujer asintió obedientemente antes de partir. Él se encerró dentro de su oficina y dejó escapar el aire completamente extenuado. Se arrastró hasta su escritorio y se dejó caer sobre su cómoda silla de cuero. Durante unos segundos se permitió descansar.

Un sobre blanco con la palabra "ábreme" escrita en grandes letras negras reposando sobre una caja negra sobre su escritorio llamó su atención y lo tomó. Enseguida cumplió con la instrucción del sobre y miró extrañado el cd que encontró dentro.

Tomó su notebook e introdujo el cd para poder reproducirlo. Instantáneamente tomó el teléfono cuando terminó de ver el contenido y se comunicó con su secretaria. No le dio tiempo a ella de hablar o preguntar qué deseaba. Actuó enseguida y lo que dijo fue una orden clara y directa.

—Dile al Señor Dunne que pase y tráeme al sanador.

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Damon se levantó y enseguida sintió el mareo junto con la migraña. Cerró fuertemente los ojos y se llevó una mano al cuello. Contuvo una mueca al sentir la mordida y la sangre. Respiró profundamente antes de torcerse el cuello con ambas manos. Sintió el dolor a la perfección pero al menos la herida ya no estaba. Se limpió la sangre y se vistió. Por suerte estaba solo. Se saltó el desayuno sin desear quedarse allí, tan solo podía pensar en salir y distraerse con algo.

Tomó su abrigo de la percha junto a la puerta y salió con extremo cuidado. Su cabeza estaba hecha completamente un caos. Sentía la falta de sangre al igual que cualquier otra vez. Tenía una tortuosa migraña que había arrastrado del día anterior y no comprendía por qué no se había deshecho de ella antes.

Cerró los ojos, se concentró, se llevó una mano a la sien y con facilidad se deshizo de aquella migraña. Dio media vuelta ya listo para partir y metió ambas manos en sus bolsillos. Se detuvo al sentir algo y miró completamente incrédulo la carta que sacó de ahí. La desdobló y la leyó en completo silencio mientras sentía la sangre abandonar su rostro.

El completo peso de la situación lo abrumó cuando terminó de leer la nota y se tuvo que apoyar contra una pared para asegurarse de que no caería. De todos modos se dejó caer al suelo y releyó una y otra vez la carta mientras estaba sentado. Tiró de su cabello con desesperación y solo entonces fue consciente con claridad de todo lo que había sucedido el día anterior. Quiso gritar pero se contuvo. Y allí, con esas palabras frente a él se arrepintió completamente y se sintió totalmente responsable y culpable de lo que había sucedido por su causa.

Brad salió en horario como todas las mañanas para tomar un rápido desayuno e ir al trabajo. Se quedó quieto al ver a Damon sentado en el suelo y lo observó en silencio. Se acercó al ser consciente de que nunca lo había visto en un estado similar, tan fuera de si.

—¿Qué sucede? —Preguntó él.

Damon le extendió la nota y él la tomó al instante. En silencio la leyó. Suspiró antes de bajar la hoja y lo miró durante un largo rato en silencio.

—¿Estás seguro de que quieres que lea esto? —Dijo Brad.

—Ella está muerta —Dijo él mirando al vacío, su voz no contenía sentimiento alguno—. Elizabeth la mató ayer.

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