Lizz y Liam Dunne son miembros de la Sociedad, personas dotadas con diferentes habilidades para ser capaces de mantener la paz entre el mundo humano y el paranormal. Con solo diecisiete años, los mellizos han burlado a la muerte más veces de lo que...
La habitación estaba totalmente a oscuras. El sol se había puesto hacía minutos sobre Manhattan dejando una ciudad totalmente oscurecida por la noche. Un hombre se deslizó sin hacer el más mínimo ruido dentro de la habitación. Él estaba extremadamente bien vestido y sus ojos hubieran capturado la atención y voluntad de cualquier mujer que lo hubiera mirado.
Se detuvo en medio de la gran oficina con suelos alfombrados de rojo, casi como si fuera sangre, y altas paredes repletas de libros y demás objetos. La joven que estaba sentada en una confortable silla observando la ciudad como si fuera una presa a través de unos grandes ventanales se dio vuelta y lo miró del otro lado de su majestuoso escritorio.
—Pensaba ir de caza —dijo ella y sonrió con sus finos labios —. Y luego, quizás, ir tras mi hermosa presa si es que tengo suerte y logro encontrarlo esta noche.
—Señora, dos lobos aseguran haber encontrado a otra cazadora esta mañana —dijo él.
—Los lobos son demasiado estúpidos como para saber distinguir entre una cazadora y una manomarcada con un arco —dijo ella.
—Mi señora, ella montó a uno y casi logra domarlo si el otro no hubiera intervenido. Aquellas son claras pruebas de que se trate de una posible cazadora.
Ella se dio vuelta y volvió a clavar su vista en la oscura ciudad a sus pies. Juntó sus perfectas manos delante de si y sonrió como un gato al acorralar a un ratón. Pasaron unos segundos antes que volviera a hablar.
—¿Ella venció a los dos lobos? —preguntó.
—No señora, de hecho un hombre verde pagó por ella para que la dejaran en paz. Ella es más joven que usted.
—Llama a Julian, dile que tengo un trabajo para él. Apuesto a que le gustará encargarse de una cazadora.
—Señora, hay otra cosa más —dijo él y el modo en que ella lo miró por el tono de su voz podría haber aterrado al más valiente de los guerreros —. Los lobos aseguran haberla dejado agonizando pero nuestras fuentes dicen que ella sigue con vida.
—Tiene buena resistencia, eso solo hará más interesante la cacería —respondió ella sonriendo con maldad.
—Señora, aquello no es lo que quería decirle —dijo él con cuidado y cualquier sonrisa se borró del rostro de ella siendo reemplazada por una temible expresión —. Hay una cosa más.
El grito de furia que se escuchó aquella noche pareció oírse en toda la ciudad. Nadie nunca, ni en su peor pesadilla, hubiera oído un grito similar que presagiara tanto mal.
