Capítulo 20

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Lizz dejó el pequeño vaso de vidrio de un golpe seco sobre la mesa y lo alejó antes de que se viera tentada de tomar más que un simple trago. En el alborotado y extravagante piso 81.5 del Empire State ella se sentía completamente fuera de si misma experimentando algo que nunca había siquiera imaginado. Thomas volvió a rellenar su propio vaso y tomó otra vez.

—¿No quieres más? —Preguntó él.

—No puedo tomar alcohol, no debería —dijo ella.

—¿Entonces te dejó plantada? —Preguntó él.

—No lo sé —dijo Lizz y tiró de su cabello—. No sé realmente qué pasó ni quiero saberlo. ¿Así se siente un corazón roto? Creo que lo mataré apenas tenga suficientes fuerzas como para verlo otra vez.

—Los hombres son una basura. Son incomprensibles y tontos. Mi último novio me dejó por algo superficial —dijo Thomas y vació de un solo trago su tercer vaso de ron—. Ya volverá, no te preocupes. Cuando tú te olvides de él ahí se pondrá de rodillas para que le prestes atención. Eres joven, no deberías darle importancia a uno. Aún tienes mucho por vivir. Y eres hermosa, ya vendrán muchos más.

—Es que no lo entiendo, intento pero no lo entiendo. Es eso lo que me molesta. El desconcierto, la confusión, el hecho de no saber qué demonios pasó. Ayer me besó, me hizo sentir que realmente le importaba y se preocupaba por mí. Y hoy... nada —dijo ella y golpeó molesta la mesa con su diminuto puño, no causó gran cosa con el impacto—. Me dejó plantada. No apareció donde habíamos acordado y me fui cuando me cansé de esperar.

—Quizás le pasó algo —dijo Thomas y ella rió de un modo triste y superficial.

—Soy una cazadora. ¿Cuánto tiempo crees que me tome encontrar a alguien si realmente lo deseo? No le pasó nada, está perfectamente —dijo ella.

—Quizás se olvidó —dijo él por más que supo que era una idea tonta y volvió a tomar.

—No se olvidó. Él no es así y una persona simplemente no se puede olvidar de eso —dijo ella—. ¿Sabes qué es lo peor? Que él me vio cuando lo encontré y pareció ni importarle. Simplemente se fue antes de que pudiera hacer algo. ¿Tienes algo que no sea alcohol?

—Solo ron —dijo Thomas y le pasó la botella—. Tómalo o déjalo.

—No puedo tomar —dijo ella y volvió a alejar la botella, debía tener cuidado con el alcohol ya que su cuerpo no era igual que el de los demás y algo más que un pequeño trago podría serle peligroso.

Lizz aún recordaba a la perfección haber esperado en vano en el parque para luego saber que aquella no sería como todas las mañanas. Sí, una parte de ella había pensado que quizás algo le había sucedido a Damon y quizás por eso la ausencia pero ella sabía que aquello no era probable. Pensó que quizás él había tenido algún inconveniente con uno de los chicos pero tampoco fue así.

Le tomó poco tiempo encontrarlo y cuando finalmente lo vio, saliendo de Saint Patrick y bajando los escalones, ella sintió un dolor que nunca antes había experimentado ni de cerca al conocer la verdad. Y él la había visto, la había mirado directo a los ojos desde el otro lado de la calle y aún así había seguido con su camino y se había subido a un taxi como si ella no fuese más que un fantasma.

—¿Sabes qué me duele? Que yo fui la tonta que lo besó, que se metió en problemas por algo que al parecer no fue más un simple juego para él. Por supuesto. ¿Quién no tiene suficiente orgullo como para proponerse tomar lo que no puede? Y claro, una vez que lo tienes lo tiras a la basura —dijo ella—. Juro que en este momento lo odio.

—Madre tierra, no hay nada peor que un joven corazón roto —dijo él.

No había ido con Jess tras el incidente por más que a simple vista ella sería la más adecuada. Tampoco había recurrido a Liam. Nadie podía saber lo que ella realmente había hecho. ¿Cómo decir que había roto una de las reglas más valoradas por él? Y ahora recibía aquel trato a cambio.

CazadoraDove le storie prendono vita. Scoprilo ora