Capítulo 23

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Ella hizo totalmente a un lado todo lo que había sobre la mesa. Dejó el tintero al frente y luego la hoja en blanco. Rápidamente se puso a escribir y hacer una réplica exacta de la carta que tenía a un lado. La misma letra, las mismas manchas, los mismos lugares donde la tinta se había corrido. Lo hizo con tanta precisión que parecía el original.

—Eres excelente —Dijo Thomas y ella sonrió.

—Esto es apenas lo primero. Hay que hacer que parezca como la original —Dijo Lizz.

Una vez que terminó de escribir ella se ocupó de hacerle las mismas arrugas o las mismas marcas al papel. Thomas estaba del otro lado de la mesa y la miraba con extrema curiosidad mientras trabajaba. Lizz estaba completamente concentrada en lo suyo, no sabía hasta qué punto Damon podía notar o no el cambio de la carta pero no quería arriesgarse tampoco.

—¿Cuánto tiempo le puede tomar a un monarquista rastrear a una persona en esta ciudad? —Preguntó mientras continuaba trabajando.

—Los monarquistas no son buenos rastreadores. Tengo entendido que ellos se guían por la sangre así que a menos que hayas dejado un rastro de sangre hasta aquí dudo que te encuentren enseguida —Dijo él—. ¿Qué sucede pequeña cazadora? ¿Metiéndote con monarquistas? Puedes estarte tranquila, desde que yo trabajo aquí ninguno ha entrado en este piso.

—No es precisamente de un monarquista que me estoy cuidando —Dijo ella y suspiró—. Necesito de tu vista, es superior a la mía. ¿Ves alguna diferencia entre ambas cartas?

—La misma tinta, la misma hoja, las mismas marcas —Dijo él y lo meditó durante un momento—. ¿A quién pretendes engañar?

—Ese es el problema, no lo sé —Dijo ella—. Sé cómo engañar cualquier tipo de ser menos a él. No sé mucho sobre monarquistas, menos sobre dependientes.

—No eres de meterte en problemas con seres normales. ¿No es así? Tienden a ser seres totalmente letales como monarquistas o en su defecto dependientes —Dijo Thomas—. Te diré algo, nunca te fíes de un dependiente. Para ellos la sangre vale más que cualquier cosa. Todos los dependientes que conocí son iguales: sin voluntad alguna y capaces de hacer cualquier cosa por su señor o señora.

—¿Qué tan parecidos son a un monarquista? —Preguntó Lizz.

—Eso depende de cuánto tiempo lleven consumiendo sangre —Dijo él y se inclinó sobre la mesa—. ¿Sabes? Por este edificio pasan a diario todo tipo de seres de cualquier parte del mundo y no hay historia que aquí no se sepa. He oído de ti cazadora al igual que también he oído del vampiro de Río de Janeiro capaz de caminar bajo el sol sin arder o de la bruja de París capaz de tocar un instrumento bendito sin quemarse. Pero también he oído la historia de un dependiente con tantos años como el propio Central Park. Pero ya sabes, son solo rumores, cosas que llegan hasta este lugar.

—Es una historia interesante —Dijo Lizz y Thomas sonrió.

—Es una de las historias más interesantes que he escuchado. Llevaba apenas unos días aquí cuando la escuché. Era todavía un joven inocente en busca de trabajo. Fue Nate quien se ocupó de contármela y ganar mi corazón. Los libros, los relatos, cualquier tipo de historia es poderosa porque tiene el poder de influenciarnos. Y Nate era tan apasionado en todo, tanto en el modo en que hablaba y contaba aquella historia como el modo en que me tocaba. Y tan hermoso como el mismo Adonis —Dijo él—. Él me hizo descubrir placeres que no creía existentes. Los divididos tienen una pasión tan fuerte e incontrolada como una tormenta y el fuego de su corazón es tan ardiente como el mismo sol. Tienen una pasión al hablar, al decir tu nombre, al moverse que no se compara a ninguna otra cosa.

—Sí, lo sé. Ellos tienen algo —Dijo Lizz y apoyó su cabeza sobre una mano.

—Dicen que no hay ser tan apasionado como un dividido —Dijo Thomas sonriendo—. No ha pasado un día desde su muerte sin que piense en él, en lo que me hacía sentir, en su pasión al hablar o actuar. ¡El modo en que me contaba aquella historia mientras estábamos en su dormitorio!

CazadoraWhere stories live. Discover now