Capítulo 22

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Lizz respiró profundamente y se llevó otra cereza a la boca. Le esperaba una buena y larga reprimenda y ella lo sabía. Pero estaba completamente calmada y lista para refutar cualquier argumento. De hecho, hasta creía que podría salirse con la suya.

—¿Cómo pudo terminar aquí? —Preguntó Damon y ella levantó la vista del sillón donde estaba sentada para mirarlo.

—Es Liam, es capaz de cualquier cosa si se lo propone. Es una lástima que desperdicie sus talentos apegándose tanto al reglamento y la ley —Dijo ella—. ¿El portero te tiene al tanto de cada persona que entra y sale?

—Walter me conoce desde que tiene siete años. Todas las personas con las que guardo un mínimo de relación fueron o son niños que impedí que tuvieran un terrible destino —Dijo él.

Se puso en pie apenas escuchó el golpe en la puerta. No necesitó mucho más para saber que su hermano estaba enfurecido y le echó una mirada significativa a Damon.

—¿Crees que lo sepa? —Preguntó él.

—No lo sé y en cualquier caso puedo ocuparme perfectamente —Dijo ella.

Damon la miró tan solo un segundo antes de ponerse sus Ray—Ban y acercarse a la puerta principal. Lizz no necesitaba que se lo dijera, ni siquiera necesitaba mirarlo para saber que estaba en lo correcto, él no quería que su secreto se supiera y ella no necesitaba pensarlo demasiado para saber qué haría su hermano.

Supo al instante que Liam no ignoraba la situación, al menos no del todo, apenas lo vio e intentó golpear a Damon pero él fue más rápido y lo detuvo. Ambos se miraron seriamente y ella notó la tensión entre ellos al instante, creyó que cualquiera se abalanzaría sobre el otro con tan solo parpadear. Quiso intervenir pero no podía hacerlo sin conocer lo que Liam sabía.

Él le sonrió de un modo malicioso, casi cruel, que ella nunca antes había visto. Se preguntó durante un momento si así sería él a veces. Ella conocía a Liam, a su hermano y ahora dudaba si conocía al maestre cuando tenía que encargarse de algún asunto.

—Sabes, no puedo evitar tener curiosidad. ¿Qué te hace daño? ¿Los crucifijos? ¿El agua bendita? ¿Una estaca? —Dijo él y Damon apretó la mandíbula—. Realmente te lo digo. ¿Cómo hieres a alguien como tú?

Lizz escuchó el imperceptible paso en el pasillo al igual que un sonido que ella reconoció al instante. Sus sentidos se dispararon y reaccionó como si estuviera en plena cacería. Se movió rápido y ágilmente sin hacer ningún ruido. Se deslizó bajo el brazo de Liam tomándolo totalmente por sorpresa. Se agachó, tomó su arco, una flecha y apuntó sin necesidad de ver. Jess sofocó un grito pero ella no se inmutó. Le tomó un segundo comprender la situación, distinguir perfectamente la figura de la muchacha sosteniendo el juego de dagas gemelas que acababa de desenvainar. Lizz suspiró y relajó su postura pero no dejó de apuntar.

—Guarda las armas Jess, no desearía tener que atacarte —Dijo ella y lentamente Jess volvió a enfundar las dagas.

—Y yo desearía que al menos por una vez me hubieras obedecido y te hubieras mantenida alejada de personas como él —Dijo Liam furioso y la miró—. ¡Ahora no sé si le estoy hablando a una persona consciente o controlada por otra!

—Liam, no seas ridículo —Dijo Lizz.

—¿Sabes lo que él es? ¿Tienes idea de lo que es capaz de hacer? —Dijo Liam y Lizz se hundió tranquilamente de hombros al bajar su arco y la flecha.

—He tratado con similares y peores —Dijo ella—. ¿Has escuchado la música de los faunos?

—¡Lizz, piensa por una vez! —Exclamó él.

CazadoraWhere stories live. Discover now