Final segunda parte

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La noche reinaba totalmente la gran y elegante oficina mientras ella seguía mirando por el ventanal a la vida nocturna de la ciudad. Había pensado en salir pero sus planes habían cambiado a último momento. Cuando tocaron a la puerta ella sonrió con malicia y se dio vuelta para ver al joven entrar y tomar lugar del otro lado del escritorio.

—Me alegra mucho verte, no esperaba tu visita —Dijo ella—. ¿Un trago?

—No, gracias —Dijo él.

—Tomaré eso como un sí —Dijo ella.

Sacó dos vasos de un cajón de su escritorio y luego una botella conteniendo un espeso líquido rojo. Aquel juego de puro cristal hubiera costado millones con todo el trabajo esculpido a mano que tenía hecho pero ella no le prestó atención. Estaba acostumbrada a las cosas extremadamente costosas, lujosas y exclusivas. Sirvió la bebida en ambos vasos y le alcanzó el suyo a su compañero.

—Adelante, pruébalo —Dijo y él levantó el vaso hasta olfatearlo—. Es mi reserva especial. Traída directamente desde Dublín, Irlanda.

Él juró y entonces el vaso de cristal se rompió cuando cerró su mano alrededor de este. El cristal lo cortó y su mano sangró. Ella no le dio importancia al vaso roto y fingió no darle importancia a la herida pero no pudo evitar mirarla de soslayo con tentación mientras fingía desinterés. Tomó de su vaso para ocultarlo entonces y se relamió los dientes y los labios luego de tragar.

—En mi opinión la sangre irlandesa es exquisita —Dijo ella—. Me han dicho que en especial la sangre de los cazadoresirlandeses tiene algo que ninguna otra sangre tiene. ¿Tú que crees? ¿Ya la has probado?

—No —Dijo él y ella sonrió como una felina.

—He escuchado que una pequeña cazadora irlandesa corre por las calles de esta ciudad. Qué desperdicio sería dejarla partir sin haber probado una gota de su sangre. Seguramente a ti te tentaría, no dudo de la información de mis fuentes. Me han dicho que es como una droga —Dijo ella—. ¿Has oído algo de ella? ¿La has visto?

—Lamento decirte que no sé a quién te refieres. En todo este tiempo no me he cruzado con ninguna cazadorairlandesa —Dijo él.

—Podríamos hacer una cena privada con ella. Nosotros dos solos —Dijo ella y le pasó la botella—. Adelante, pruébala.

—No estoy aquí para eso —Dijo él—. Quiero saber dónde conseguiste esa sangre.

—El mercado de sangre ofrece bastante variedad —Dijo ella.

—Te conozco. Esa sangre sale millones y sé que prefieres obtenerla por tu propia cuenta —Dijo él.

—Gasté unos cuantos millones pero la conseguí. Sangre irlandesa. Y no cualquiera, una totalmente pura e irlandesa —Dijo ella—. Y planeo probar la sangre de esa cazadora. De hecho, le he pedido a Julian que personalmente la busque y me la traiga. Lamentablemente, al parecer esa niña es más astuta de lo que suponía y no está en un mismo lugar dos veces.

—Quizás debas esforzarte un poco más —Dijo él con indiferencia—. O dejarla partir. La ambición no es buena para la salud.

—Tampoco la abstinencia —Dijo ella y él la fulminó con la mirada—. Pero te mostraré algo. Lo he tenido bastante guardado, lo reservo para una ocasión especial y no se lo muestro a cualquiera. La sangre de duende puede ser extremadamente horrible y difícil de conseguir pero tiene unas propiedades maravillosas según he descubierto recientemente.

Ella sacó de su escritorio una botella conteniendo un líquido plateado y entonces lo volcó sobre una circular bandeja. Tomó una flecha de uno de sus cajones, una que había sido utilizada ese mismo día y que no le pertenecía a ella sino que tenía plumas azules. Dejó caer la flecha sobre la bandeja y entonces esta se consumió al instante como si el líquido plateado fuera acido. Una imagen se formó lentamente, la imagen de una joven que dormía tranquilamente abrazada a su hermano.

—Es bastante linda. ¿No crees? —Preguntó ella—. Tiene una piel que perforaría con placer y la curva de su cuello es perfecta. Su cuello parece tan delicado y frágil y su piel tan tierna y fácil de perforar. ¡Qué placer sería ser la primera en morderla! Y su sangre —Continuó e hizo un sonido de éxtasis—. Su sangre. Aún nadie ha estado lo suficientemente cerca como para decirme cómo es pero tengo fe en que debe ser todo un manjar. Cuando Julian me la traiga cenaremos juntos y brindaremos con su sangre.

—No creo que Julian haya aceptado ese trabajo gratuitamente a pesar de que tengas poder sobre él —Dijo él y ella se deshizo de aquellas palabras con un indiferente gesto de manos.

—Le dije que puede hacer lo que quiera con la niña pero que yo seré la primera en morder su cuello. Después no me importa lo que haga con la pequeña niña —Dijo ella y entonces miró a su compañero con interés—. Claro, a menos que tengas otra idea en mente.

—No realmente —Dijo él.

Ella sonrió y se puso en pie. Dio la vuelta a su escritorio y se sentó a horcajadas sobre él. Con sus finos y largos dedos le levantó el mentón para tener los labios de él cerca y poder sentir su cálido aliento. Ella sonrió como un gato jugando con un ratón y lentamente deslizó sus manos por el cuerpo de él.

—Tengo un trabajo para ti. Quiero que seas tú quien me la traiga —Dijo ella—. Aún mejor, quiero que la enamores y la traigas hasta mí. Y entonces brindaremos con su sangre y tendremos una de nuestras noches con aquel éxtasis líquido. Enamórala y tráela. Hasta te dejaré que seas el primero en probar su sangre si así quieres.

—¿Y qué sucede si no lo hago? —Preguntó él y ella rió junto a su oreja.

—Por favor cariño, hazlo por nosotros —Dijo y hundió el rostro en su cuello antes de sonreír—. Sino se encargará Julian. Solo hay que darle tiempo para que actúe y nos traiga a la pequeña cazadora.

Y entonces ella tiró sus labios hacia atrás y hundió sus dientes en el cuello de él. Lentamente bebió de su sangre. Él tomó su mano y mordió su muñeca antes de también beber de su sangre con placer. Ella lo soltó y lamió la punta de sus colmillos.

—Tráeme a la niña, no te será problema alguno enamorarla —Dijo ella y lamió la sangre en el cuello de él—. Tiene los mismos ojos que su madre. ¿Lo has notado?

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