Lizz y Liam Dunne son miembros de la Sociedad, personas dotadas con diferentes habilidades para ser capaces de mantener la paz entre el mundo humano y el paranormal. Con solo diecisiete años, los mellizos han burlado a la muerte más veces de lo que...
Se levantó de la cama con una nueva pregunta en mente como cada mañana. Se estiró cuanto pudo hasta sentir todos sus huesos crujir y solo entonces se dispuso a comenzar su día, otro día más en aquella atareada ciudad. La fría madera lustrosa del suelo atacó sus pies acostumbrados a las cálidas mantas sin piedad pero apenas si lo sintió.
Aún somnoliento se acercó hasta el mueble más cercano donde descansaba un anotador ya abierto en una página nueva. Tanteó hasta dar con un bolígrafo. Intentó escribir y lo tiró a un lado al percatarse que no funcionaba. Tomó otro y rápidamente escribió lo que había aparecido en su mente apenas había abierto los ojos.
Escribió rápidamente la fecha y la hora en la esquina superior izquierda de la hoja. La arrancó y dejó junto con las demás hojas apiladas en aquel lugar. Fue al baño y se dio una reconfortante ducha para afrontar el helado día. Revisó totalmente su cuerpo no encontrando más que un perfecto estado y dio por terminado aquel momento del día. Se acercó a su cómoda y se ocupó de vestirse.
Aún se estaba secando la cara y el cabello cuando salió de su habitación. Dio dos pasos solamente y entonces vio las pequeñas gotas de sangre en el suelo. Enseguida recordó todo lo ocurrido la noche anterior y aquello le resultó como un fuerte golpe en medio del pecho. Observó su departamento y se alteró al ver las evidencias de todo lo que había sucedido.
Se apresuró a vaciar las botellas con el rojo contenido en el fregadero. Lo hizo casi con desesperación, como si aquello lo repulsara. Y luego se ocupó de limpiar y eliminar cualquier rastro de lo que había hecho.
