"Y entonces, después de casi 100 años en este mundo, reconozco que no se nada aún de la vida, porque no había tenido el placer de coincidir contigo."
"A veces solo tienes que sostenerte a una fantasía para mantenerte en la realidad."
"Mi bajo autoes...
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Bajé las escaleras con un nudo en el estómago. Era la primera vez que debía enfrentarme a algo como esto.
Saludé con rapidez a mis padres y corrí hacia la puerta para recibir a Meison. Quien en realidad, no sabía cuánto tiempo llevaba esperándome ahí.
Me saludó con un beso en la mejilla discretamente y le sonreí dejándolo pasar.
Llegamos a la cocina y sentí como mi estómago se revolvía mientras el saludaba a mi familia.
Nerviosamente acaricié el dije de mi nuevo collar.
Meison me miró como preguntando si era el momento indicado. Asentí.
—Mamá, papá... Meison y yo debemos decirles algo.
— ¿Sobre qué Mackenzie?
Miré a Meison en señal de dejarle la parte difícil.
—Nosotros queremos... tener su aprobación para comenzar nuestra re-relación—Tartamudeó.
Mi padre bajó la mirada y una sonrisa escapó de sus labios.
—Gané—Anunció mamá.
— ¿Ganar? ¿Ganar qué?
—Aposté con tu padre a que Meison y tú estarían juntos más rápido de lo que creíamos.
—Mamá—Musité como en un regaño.
Ambos rieron.
—Claro que tienen mi aprobación—Contestó mamá y miro a mi padre— ¿Stefan?....
—Mientras cuides a mi hija todo está bien.
Meison sonrió mirándome y asintió.
Bree pareció igual de indiferente que mis padres. Al parecer toda la familia ya se lo esperaba.
Nos despedimos de ellos y salimos de mi casa.
—Amo a tus padres—Susurró en mi oído.
—Es fácil decir eso cuando no es a ti a quien avergüenzan, como lo acaban de hacer.
Nos dirigíamos al Danzart.
Todo el fin de semana habíamos hablado sobre cómo decirles, sobre si se enojarían, se alegrarían, o como lo tomarían.
Sus padres no tenían problema en nuestra relación.
Cuando Krystal se enteró comenzó a gritar como loca y me abrazaba cada diez segundos. Estaba tan feliz de que su hijo, el que un día no tenía nada de amor en su vida y se encontraba solo, hubiera encontrado una familia que lo amaba, amigos y ahora una chica que lo hacía tan feliz.
Me alegraba esa sensación de estar completa finalmente. De no tener miedo a su lado, no más. Nunca más.
Estar con él era como comer tu postre favorito por siempre, sin parar, sin remordimientos, sin final, por siempre.