"Y entonces, después de casi 100 años en este mundo, reconozco que no se nada aún de la vida, porque no había tenido el placer de coincidir contigo."
"A veces solo tienes que sostenerte a una fantasía para mantenerte en la realidad."
"Mi bajo autoes...
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Me pregunté si debía hablarle de esto a alguien e inmediatamente pensé en Megan. Pero sentía que no podría contárselo, y aún menos cuando le había negado miles de veces que estaba enamorada de Meison. Aunque sabía que era verdad.
Al llegar a casa me dirigí a la cocina y saqué un bote de helado de cereza del congelador. Tomé una cuchara enorme y comencé a comer sentada en la barra de la cocina. Cuando me sentía aburrida comía. Era una muy mala costumbre, pero decidí darme el gusto de practicarla solo para distraerme de todo lo que acababa de pasar.
Contemplé los mosaicos del piso pensando en nada. Y a la vez en todo. Me levanté sin dejar de comer el helado dirigiendome a la sala para ver televisión. Hice todo aquello sin pensar, si saber a donde iba, y sin saber que pasaba. Como en modo automático ya programada, o en modo zombie más bien.
Me era imposible parar de pensar en él. Aún tenía la sensación de sus labios sobre los míos.
Me percaté de que mis dedos tocaban mis labios e inmediatamente retiré la mano de ahí. Miré el techo y sentí una gran desesperación. No sabía que iba a pasar después.
¿Cómo vería a Meison de ahora en adelante? ¿Hablaríamos como si nada hubiera pasado? Probablemente, pero... ¿y si no?
Estaba aterrada.
No tenía idea de dónde estaban mis padres, ni Bree.
Ahora que conocía el origen de mi padre, ya era muy usual para ellos dejarme sola la mayoría del tiempo.
Tengo 17 años, aún soy menor de edad, necesito de ustedes.
Después recordé que la mayoría del tiempo prefería estar sola y me pareció ridículo el contradecirme a mí misma.
Te estás volviendo loca Mackenzie, es eso.
El día había sido demasiado largo, lleno de drama y emociones que jamás habiá sentido antes. Pero en el fondo, sabía que nunca me había gustado tanto algo como Meison y el sabor de su beso. Su delicadez y la suavidad de sus labios. Y la magia que habíamos tenido, lo auficientemenre fuerte como para conectar nuestras mentes, y sobretodo, nuestros sentimientos.
Por primera vez, desde que había llegado a mi vida, gran parte de mi sentía que estaba lista para seguir peleando por mis sentimientos hacia él. Y es que nadie estaba en contra de un "nosotros", solo yo misma. Era nuestra única enemiga.
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La siguiente semana pasó como imaginaba. Fue incómoda respecto a Meison. Hablábamos poco y cuando lo hacíamos no mencionábamos el beso del sábado.
Megan y Abbi me preguntaban por la tensión tan visible y palpable que irradiaba de nuestros encuentros, decían que ahora buscaba mucho a Meison, pero que también huía más de él. Era completamenre contradictorio, pero solo yo sabía lo que sentía, y lo que habíamos pasado.
