22. ¿Quién soy?

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Uno, dos, tres

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Uno, dos, tres....

Uno, dos, tres...

Contaba un sonido que provenía de la oscuridad.

Parecían golpeteos...como un pequeño tamborcito que...

Comencé a sentirlo en mi pecho.

Es mi corazón. Comprendí.

¿Pero que no el latido sonaba como doble?

Uno, dos, tres...

Mi palpitar era anormal.

Sentí como si la sangre fuera recorriendo mi cuerpo dándole vida.

Sentí mis dedos, brazos, piernas... todo volvía a sentirlo, tenía control de ello de nuevo.

Moví mis manos quitándome los tubos que adornaban mi muñeca.

Intenté abrir los ojos pero era difícil, parecían pegados, pero terminé por lograrlo.

Enfoqué rápidamente el techo.

Lo enfoqué a él en mi regazo.

—Estoy aquí.

Me miró con esos ojos azules que solo el poseía y desfrunció el ceño atónito.

—Pero... Yo dejé de escuchar tu corazón, tú... tú estabas tan...

—Pero estoy aq...—Me interrumpió con un abrazo tan fuerte como sus brazos permitían abrazar.

—No puedo... ¿Cómo tu...?

—Solo pasó. Estoy aquí.

Observé a habitación a mi alrededor como si viera todo a través de un cristal, pero poco a poco todo comenzó a verse con mayor claridad.

Mayor claridad de la que nunca antes había tenido. Me enderecé en la cama estirando la espalda.

Enjugó sus oscuras lágrimas, oscuras como su sangre, y se levantó rápidamente sin creer lo que veía.

— ¿Por qué me miras así? 

Me percaté de que mi voz no sonaba igual, parecía mas grave, más fría, menos... infantil.

— Eres una zely— dijo casi inmóvil, como si estuviera en shock y a punto de desmayarse.

¿En realidad lo logré?...

Salí casi corriendo de la cama y me acerqué al espejo más cercano, que estaba en el cuarto de baño pegado a la habitación.

Nunca había sentido algo tan extraño en la vida.

Sabía que esa mujer, el reflejo que veía, era mío.

Pero Mackenzie ya no se enontraba ahí.

Al menos no la Mackenzie ingenua, dulce, débil, depresiva... esa no parecía seguir en este exterior.

Pero en el interior sabía que seguía siendo la misma niña jugando a ser bruja.

Mi cabello había cambiado.

Era chocolate oscuro, casi negro. Era brilloso y lindo. Ya no parecía el estropajo de cabello claro que llevaba antes.

Mis ojos seguían verde/miel, pero tenían un toque lila, como si fueran casi iridescentes. Y había un brillo en ellos que jamás había tenido antes.

Mis facciones parecían perfectas, marcadas y resaltadas donde debían.

Mi piel era aún más pálida. Un punto no muy positivo, pero no me quejaba.

Ahora veía que era tan hermosa como Sarah, Alicia, Scarlett, Wen...

Pero mi aspecto físico ya no era lo que me hacía sentirme hermosa.

Sentía la bella magia en mis venas, sentía poder. Sentía que podía volar en ese instante si lo deseara, que todo el mundo podía desaparecer si yo lo quería, que nadie más que yo era fuerte, que yo controlaba, que al fin era quien siempre debía de haber sido , yo, nadie más. Yo.

Sonreí. Como nunca antes lo había hecho, con esa felicidad verdadera y única de un momento perfecto. 

Ahora sabía que mi verdadero yo estaba aquí. Había encontrado mi verdadera naturaleza, mi lugar.

Ya no era rara, ya no sentía que estuviera perdida... Siempre me sentí diferente, solo eso...

Ahora veo que las personas que no creemos encajar es por que pertenecemos a algo más grande, algo fuera del entendimiento de quienes nos rodean y nos hieren, quienes no entienden nuestra grandeza y magia. Ahora todo tenía sentido.

Somos diferentes, somos especiales.

Simplemente somos.

Simplemente somos

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Ghost Love.© (EDITANDO)Where stories live. Discover now