Capítulo 27: "Prisioneros de la vida"

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Amy

Caminabamos por la vereda de baldosas de adobe negro; las calles estaban poco transitadas pues esa era una hora habitual de siesta, y aunque no todos la tomaban mi madre era una de las que sí lo hacía. Salir había sido una buena idea para dejar descansar a mis padres y conversar a gusto con Amy. La zona se componía de grandes mansiones bastante similares entre sí, cuya iluminación se constituía de faroles negros de aceite, al pie de la acera.

Me sentía bien por que tenía expectativas acerca de la buena impresión que Amanda había causado a mis padres. Después de todo, podría haber resultado ser un éxito.

Me permití dejar de pensar por un momento en el libro prohibido de mi padre que había encontrado intacto en la biblioteca, en ella hablaba sobre la explotación minera hacía los habitantes de África. Por algo ese libro estaba "prohibido". Aún me entra la duda si, aún los ingleses sabiendo lo que sucedía en el norte de África seguirían comprando infinitas cantidades de joyas de prededería y sortijas con diamantes. Dudaba si lo desconocían pero como las sociedades se formaban a base de la vergüenza y la falsedad, eso me hacía gran ruido.

-Tus padres me han parecido muy amables- Opino; él me dirige una sonrisa de suficiencia.

-Son así con la gente que les agrada,y créeme que tú sí les has agradado.

-Entonces me alegro, creo que pocos se satisfacen con tan solo un almuerzo para determinar que una nuera no les disgusta- Reí por un instante, pero luego me dí cuenta que había sido muy torpe. Había dicho "nuera", cosa que aún no calificaba la relación que tenía con Benjamín.

No obstante, me agradó.

Pero quize morir cuando sentí el color rojizo subir a mis mejillas. Sin embargo él esbozó una dulce sonrisa, por lo que asumí que quizá no se había dado por aludido de mi comentario.

O eso esperaba.

-¿Crees que todas las personas pueden darle sentido a su vida?- Cuestiona de la nada. Yo lo miro por un momento y reflexiono, en parte por su pregunta y en parte preguntándome a mí misma por qué había ignorado mi comentario. Quizá había sido un favor.

-Mis creencias dicen que las personas son bondadosas por naturaleza, mis experiencias me dicen que no lo son tanto. Por tanto, creo que tan solo son... personas- Respondo.

Él sonríe amistosamente- Tienes toda la razón, a veces me gustaría pensar que los humanos hacen cosas buenas tan solo por que se sienten gustosas de hacerlo y no por simple afán de dinero. Es repugnante- Expresó con asco.

Continuamos un poco más y doblamos en un esquina; en nuestro campo de visión aparecieron varias personas que estaban acumuladas, rodeando la calle, pocas de ellas eran ricas y la mayoría parecería ser de clase media. Nos aproximamos a la multitud, aunque no tanto por precausión; fue cuando vimos en medio de la calle a dos guardias ingleses vestidos con el uniforme británico, llevaban sombreros y algunas piezas de plata por lo que yo asumí que vendrían directamente del palacio del Rey. Esos dos soldados del castillo, llevaban de los brazos a un hombre que parecía herido, su camisa de color blanca se encontraba desaliñada y manchada con sangre, probablemente la suya. Su cabello rubio estaba completamente enmarañado, tenía unos pantalones sueltos de color marrón el cual se veía sucio, no tenía zapatos ni ningún tipo de calzados en los pies por eso los tenía sucios y magullados.
Se veía sediento, necesitado; advertimos que tenía una pequeña herida abierta en la frente y en ella, reposaba sangre ya seca, una barba rubia de hacía muchos días crecía en su mentón. Lo llevaban como un animal, colgando de los brazos mientras sus pies rozaban y sus uñas se deterioraban contra el suelo frío. De sus mejillas caían gotas de sangre y lucía un moretón sobre su ojo izquierdo.

Lady Amy #3Where stories live. Discover now