Capítulo 18: ¿Cuántas veces debo repetirlo?

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Sentí las suaves palmadas en el rostro por más que no quería despertar. ¿Qué motivos podían llevar al adolescente promedio a querer renunciar a la inconsciencia para afrontar un nuevo día? No era tan fatalista como para pensar que dormir significaba renunciar a horas de vivir, aún cuando yo no era recompensada con dulces sueños como los demás. Pero, ciertamente, alababa a mi pereza como uno de mis dioses principales y esta había hecho más por mí que cualquier entidad divinamente molesta.

No quería abrir los ojos, porque hacerlo significaría enfrentarme a la realidad la cual incluía un maldito enfermo mental que estaba intentando hacerme sufrir cuanto fuera posible. Sí, de pronto los exámenes finales de Harvard no parecían un mal en comparación. ¿Habría alguna forma de recuperar esa vida? De hecho, ahora que lo pensaba, Oxford no estaba tan lejos de Bristol y el papeleo no sería realmente un problema. ¿Tomar la apariencia de un personal administrativo y arreglar todo el asunto? Sencillo. ¿Convencer a Holland que la situación no era crítica?

Sentí sus dedos tocar cuidadosamente mi frente para quitarme el cabello del rostro. La suavidad de sus guantes se sentía familiar, incluso olía el perfume a jazmín en la tela. Si ella había vuelto a tener cuidado con sus guantes entonces quizás no había estado tan mal en mi ausencia. Sabía que era fuerte cuando deseaba serlo, esa delicada flor ocultaba un buen par de afiladas espinas bajo sus hojas algunas veces. Pero le había fallado a ella, James la había herido de un modo que ni yo ni nada podía curar y yo no había podido evitarlo. Del mismo modo que le había fallado a Bass, quien a esta altura ya debía estar preguntándose dónde estaba tras abandonarlo, y a cada cambiaformas que había sido asesinado esta semana para causarme dolor. ¿Y los niños a quienes se suponía que debía darles clases? Y mejor no comenzar a enumerar todo lo que ya le había costado a Robin, el hecho que fuera buscado por los nobles de Rike era solo lo último. Tendría que hacer una lista solo para él a este ritmo.

—Déjame en paz —protesté intentando alejar su mano a ciegas.

—Tu temperatura está demasiado baja —respondió Holland.

—¡No puedes sentir mi temperatura! ¡Usas guantes!

—¡Y también uso magia! Y estás demasiado pálida.

—¡Soy una cambiaformas! ¿Sabes lo que eso significa? ¡Que luciré verde si así lo quiero! —dije e intenté darle la espalda pero ella me mantuvo en el suelo—. ¡Déjame en paz!

—Tu reacción no fue la habitual. ¿Desde cuándo tu cuerpo ha estado rechazando a la magia de este modo? —preguntó Holland y murmuré una maldición en nórdico—. ¡Nina!

—Solo un ratito.

—¿Cuánto? —exigió Holland y resoplé rendida.

—Dos, tres días —admití finalmente.

—¿Cómo no sabes el tiempo exacto? —preguntó ella y abri los ojos para mirarla.

—Bueno, no es algo que pueda saber con exactitud —respondí molesta—. No es como si simplemente me despertara y dijera "oh, me siento para la mierda, espero que hoy no me encuentre en proximidad a ningún tipo de magia porque de lo contrario creo que podría vomitar, no es como si los brujos utilicen mucha magia dentro de su comunidad". Es algo que sucede poco a poco y...

—¡Y tus ojos están negros! —interrumpió Holland y mi cabeza golpeó de nuevo el suelo cuando ella se lanzó sobre mí para observarlos de cerca—. ¡Nina!

—¡Holland! —grité en respuesta pero mi broma solo pareció molestarla aún más.

—Esto no está bien, esto no está nada bien. Esto está muy lejos de estar bien —murmuró ella.

Ni lo pienses (Trilogía Nina Loksonn #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora