(38) Si tú me lo pides

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“Tenemos que celebrar la llegada de Diego!” dijo mi mamá muy emocionada.

“Por fin tendremos a tu bebé con nosotros mi chiquita” decía Adrianna abrazándome.

Era tarde en la noche, pero al enterarse de la noticia, mis hermanos y amigos llegaron a la casa de mis padres a felicitarme.

“Isabella, te buscan!” gritaba Angélica desde la sala.

“Voy enseguida!” le respondí.

Bajé las escaleras, y para mi sorpresa, mi papá estaba abrazando a Ezequiel mientras lo felicitaba.

“Qué haces aquí?” le pregunté luego de arrebatarlo de los brazos de mi papá y abrazarlo.

“No podía quedarme más en la oficina.  La emoción es demasiada y no aguantaba el no poder verte” me dijo besándome.

“Más respeto” decía mi papá riéndose.

“La ocasión lo amerita Joseph.  Déjalos tranquilos” le respondió mi mamá abrazando a Ezequiel.

Unas horas luego, nos encontrábamos Ezequiel y yo solos, sentados en el patio de mi casa; sobre la grama.  Yo recostada en su pecho, ambos mirando al cielo.

“Qué bueno que ya estemos despertando de toda esta pesadilla” le comenté cerrando mis ojos.

“Por fin podremos ser felices; una familia” me respondió Ezequiel.

“Estoy muy emocionada.”

“Aun me debes algo.  Cuando te llamé estabas algo nerviosa y habías visto a Viviana.  Qué sucedió?”

“Nada, no sucedió nada.”

Ezequiel me movió de su pecho, quedando rostro a rostro con él.

“Isabella, por favor, dime.  No quiero secretos entre nosotros.  Quiero estar a tu lado en las buenas y en las malas.”

“No te preocupes Ezequiel.  Solo fue un pequeño encuentro con Viviana.  Te aseguro que no nos molestará más.”

“Isabella…” me dijo levantando sus cejas. 

“Mi amor, solo defendí lo mío; lo que amo.  No hay nada más que decir y no quiero recordar eso. Lo importante es que somos felices, nos tenemos el uno al otro y ya mañana tendremos a Diego con nosotros.  No necesito más.”

Ezequiel me besó con todas sus fuerzas, envolviéndome en esos brazos que me hacían sentir tan bien.  Solo deseaba una cosa más y era poder entregarme nuevamente por completo a él.  Este había respetado mi decisión de ir poco a poco y se lo agradecía.

El día siguiente, la casa estaba llena con la familia.  Aun no me explico cómo, pero Adrianna se las ingenió para sorprendernos con una fiesta cuando llegamos por la tarde del hospital con Diego. Pienso que Ezequiel era parte de esto, porque estuvo muchas veces en el teléfono, un poco sospechoso.

Amor ClandestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora