(37) Fuiste tú

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Unas amargas semanas pasaron, llenas de altas y bajas; al menos fueron más las altas que las bajas.  Mi bebé ya cumplía un mes de nacido, y si todo seguía bien, en unos días me lo entregarían.

Regresé a la universidad, esos no eran mis deseos, pero tenía que hacerlo.  Este era mi último año y todos insistían en que continuara.  Así que, iba a clases y salía a ver a mi bebé hasta que terminara la hora de visita.

Salí de la universidad y me dirigí a ver a Diego.  Entrando al hospital, recibí una llamada.

“Hola mi amor” respondí feliz luego de ver el nombre de Ezequiel en la pantalla del teléfono. 

“Cómo estás?  Ya llegaste al hospital?”

“Acabo de entrar” le respondí.

“Comiste algo?”

“Eh…sí?” intenté mentirle, pero no lo logré. 

Todos tenían una pelea constante conmigo por esta razón.  Entre la universidad, las visitas al hospital y estudiar, a penas conseguía tiempo para comer.

“Desde cuando no comes nada Isabella?” preguntó él un poco molesto.

“El desayuno?” dije cerrando mis ojos, esperando su regaño.

“Isabella, no puedes hacer eso.  Diego y yo te necesitamos bien.”

“Te prometo que como algo luego de que vea a Diego.  Aunque te tengo que aceptar que me siento un poco extraña aquí yo sola en el hospital.”

“Daría lo que fuera por estar ahí contigo.  Mañana lo estaré, ya tengo todo bajo control aquí en la oficina.  Además, ni te creas que me voy a desviar del tema.  Comes primero y luego ves a Diego.  De lo contrario, sé que no lo harás.”

“De acuerdo, pero lo haré solo por complacerte.”

“Así me gusta.  Te amo Isabella; dale un beso a Diego de mi parte.  Dile que lo amo mucho.”

“Nosotros también.  Te veo mañana.”

Decidí entrar a la cafetería del hospital para comer algo.  Ezequiel tenía razón, si no lo hacía ahora, no cumpliría mi palabra.

Luego de pagar por mi comida, me senté en una de las mesas más retiradas del lugar.  Mis ojos casi saltan de mi rostro cuando vi a Viviana entrar allí.

No la veía desde aquel fatídico día y le había pedido a la vida no tener que encontrármela; pero, así es la vida.  Lo único que pude hacer fue intentar lo más que podía para que ella no me viera.

Un hombre muy guapo, aparentemente doctor, se le acercó tomándola por la cintura y besándola.  Qué bien que ya estaba con alguien; que decidió rehacer su vida.

Amor ClandestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora