18. Merezco una explicación

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Justin Bieber.

Una y otra vez, al llamar a Olivia me conectaba con el buzón de entrada. Nunca creía que tantas blasfemias podían salir de mi boca en tan solo un microsegundo.

No sabía dónde se podía haber metido Olivia, mi primera reacción —luego de maldecir— fue ver en su habitación, principalmente chequear si estaban sus pertenencias o si había algo que me pudiera decir donde se encontraba. Pero no había nada y sus cosas aún estaban guardadas en su armario por color, por suerte.

Así que tome el auto de mi padre, quien siempre deja las llaves sobre el mostrador de la cocina.

Las calles se encontraban completamente solas y no podía imaginar a Olivia escapando de casa para luego adentrarse a las oscuras calles chicanas. Era demasiado frágil como para defenderse de cualquier ataque, y eso era lo más me preocupaba.

Di vuelta a la manzana sin dar con Olivia, así que decidí que sería conveniente ir más allá de los cien metros cuadrados. Sorprendentemente mis sentidos estaban a flor de piel, a pesar de que tome unas dos cervezas. Debía ser la incertidumbre que volaba por todo mi cuerpo la que me mantenía alerta, de caso contrario probablemente ahora estaría en mi cama en un profundo sueño del que no hay retorno, suelo dormir muy profundamente cuando estoy ebrio.

Luego de unos minutos, algo sospechoso sucede. Una furgoneta completamente negra, la cual no había notado antes, estaba parada en una esquina a unas cuadras de casa, no es como si pensara que Olivia estaba envuelta en cosas turbias, pero no iba a descartar ninguna opción, y casi podía jurar ver el hermoso de su pelo volando por una de las ventanillas a penas abiertas.

Probablemente me estoy volviendo loco.

Pero de todos modos aguarde al otro lado de la calle, en esquinas opuestas para ver si sucedía algo más relevante.

Touch. Minutos después Olivia salió de la furgoneta junto a un chico del que lo único que podía distinguir a mi distancia era su cabello rubio-dorado, y se empiezan a alejar de la furgoneta.

Bajo del auto dispuesto a hacerles frente, aunque más bien parece que Olivia conoce al chico y que el chico no tiene intenciones de atacarlo ni verbal ni físicamente. Olivia me ve a penas bajo del auto, y su rostro no se muestra muy feliz, más bien esta horrorizada. Están a solo unos pasos del auto cuando estoy a punto de gritarle donde carajo se había metido cuando unas luces azules y rojas bañan la cuadra, y el familiar sonido de policía suena. Ambos rostros ahora lucen horrorizados y corren hacia a mí, Olivia tira de mi brazo cuando pasa junto a mí y me hace sentar en el asiento del co-piloto, mientras ella toma el asiento del piloto y su amigo misterioso se hecha en el asiento trasero.

Vale, ahora yo estoy horrorizado.

El rostro del chico se me hace demasiado familiar, y tardo solo unos segundos en descifrar que es muy similar a la foto que pasan por los noticiarios a la hora de hablar con narcotraficantes.

Lo único que me hacía falta era que Olivia se liara con narcotraficantes y luego tomaran el auto de mi padre. ¿Esto me convierte en su rehén?

—¿¡Llamaste a la policía!? —La voz de Olivia suena horrorizada mientras se abrocha el cinturón de seguridad, yo imito su acción. No desconfío de la capacidad de conducción de Olivia, sino que lo hago de todas las mujeres en sí.

—Claro que no. —Digo. Hasta yo sé que no es conveniente meter a la policía en estos casos.

—Yo conduciré. —Su voz suena más tranquilo. En una velocidad casi vampírica Olivia pone la llave en contacto y hace rugir el motor. Oh no, Olivia, así fundirás el motor.

—¿Dónde carajo te metiste Olivia? —Tardo unos minutos en encontrar mi voz, sobre todo luego de la declaración que ella conduciría. Va a ser un recorrido definitivamente movido.

—Tenía que resolver unas cosas. —Dice. Puedo ver como el músculo de su pierna se contrae al presionar el acelerador hasta el fondo.

—¡Con un narcotraficante! —Digo y mi voz suena extraña. Sí, lo admito, estoy aterrado.

—Hola, mucho gusto. Marco. —El narcotraficante sacude mi hombro y luego toma mi mano en forma de un saludo.

—¿En qué diablos estas metida, Olivia? —Si alguna vez mi voz sonó débil, esta no era una de esas veces. Estoy completa y podridamente enfadado. —Y por favor, deja de hacer eso, vas a fundir el maldito motor.

—No me grites, Justin. Por favor. —Su voz suena tan afligida que detengo el regaño, pero no he terminado.

—Alguien alerto a la policía. —Dice Marco. —Alguien nos debe haber reconocido y debe de haberla llamado.

—Maldición ¿Quién te enseño a conducir Olivia? ¿Un fugitivo de la ley? —Poco después de decir aquellas palabras caigo en cuanta verdad es.

—Tenemos que escapar. —Dice Olivia mientras busca desesperadamente algún lugar lo suficientemente oscuro como para que el auto se camufle.

—Dobla acá. —Digo desesperado por escapar. —Hay un estacionamiento abandonado, ellos nunca entran allí porque necesitan una orden. —Olivia rápidamente hace caso a mis palabras, una vez desde que nos conocemos sin chistar ni objetar nada.

Una vez que estamos seguros de que la policía se ha ido salimos del auto, que sorprendentemente sigue intacto.

—Creo que merezco una explicación. —Digo. Mi vista viajando de Olivia a Marco. Ida y vuelta.

Prohibida » Justin BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora