8. No desaparezcas, por favor

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Justin Bieber.

Entonces, ¿Se ha ido?

Olivia desapareció tras los troncos de roble con una gran copa de hojas verde brillante luego de luchar con sus prendas pesadas por toda el agua absorbida, y me ha dejado.

¿De qué me he perdido? De repente estábamos en el aire, luego bajo el agua y en lo que suena un latido Olivia me ha gritado «Idiota» se ha subido a Noah y se ha marchado.

¿Ahora con que la he cagado?

Dios.

Las mujeres son tan temperamentales y bipolares. Oh vamos, hace solo minutos ambos estábamos prácticamente tocando el cielo, caímos y ella se volvió una fiera, pude ver esa mirada en su cara que pone cuando algo realmente le molesta, y lo sé por qué es la misma que pone cuando mi padre hace sus estúpidos comentarios lame botas hacia su padre, solo que en ese momento lo trata de disimular —en vano, claramente, ya que es una pésima actriz— y en este solo dejo que yo viera lo molesta que estaba conmigo, se descargó y luego huyó. Solo que yo no sabía que cosa malditamente estúpida había hecho para que ella reaccione de esa manera.

Allá ella.

No entiendo a las mujeres. Son las cosas más bonitas y vitales que he visto en mi vida, pero simplemente no puedo entender como transforman todo en algo malo. ¿Será que no le gusta el agua? Imposible, he escuchado hablarle a mi madre —y si, se puede considerar espiar, pero eso no importa— de cómo extrañaba sus clases de natación rítmica o algo así era lo que ella le había dicho, mi madre —no más que una total genia— le ofreció la piscina del patio trasero prometiendo que nos haría mantenernos —a mis hermanos y a mí— lejos de allí para que no la intimidemos, pero el cielo estaba nublado y en el pronóstico decía que amenazaba con nada más ni menos que una tormenta eléctrica, en efecto, eso sucedió, alrededor de las siete la lluvia se hizo presente, horas después los truenos sacudieron las luces haciendo que estas titilaran, eso hizo que me enterara sobre el disgusto que llevaba Olivia hacia los truenos, la encontré en la cocina mirando por la ventana como caían las gotas de lluvia, ella me lo comento; Esa noche ambos nos acostamos en el sillón y una vez que note como su respiración se alentaba y suspiraba profundamente, lo que me indico que ya estaba profundamente dormida, la tome con cuidado y la acosté sobre su cama, encontrándome con que tenía su mano fuertemente agarrada a la mía, así que me senté en el piso y la observe dormir por lo que yo creo que fueron no menos de dos horas, finalmente, yo también me dormí, me desperté con un gran dolor de cuello, pero había valido la pena, ella me dio las gracias y nadie más volvió a hablar del tema.

Por fin, decidí salir del agua e ir en busca de la señorita temperamento. Tengo que recordar que nunca se me escape aquel apodo, eso podría ocasionar la tercera guerra mundial si lo hacía.

Monte a Liz, la yegua que he escogido para el paseo. Agradezco no haber dado a Olivia la idea de montar el mismo caballo ya que me hubiera quedado varado, y tendría que caminar todo el camino de vuelta a la casa de la Abuela arriesgándome a cualquier cosa que viva allí.

Una vez en mi zona de confort identifique a Jonathan cepillando a una yegua, salte de Liz y con correa en mano me acerque a él.

—¿Has visto a Olivia? —Por la forma en que me miro puedo decir que está tratando de controlar las ganas de reír. Me miro de arriba abajo y estoy completamente empapado, ya casi ni me molestan las prendas mojadas, pero estoy mojado y embarrado gracias al lodo que se junta en la orilla.

—Oh sí. —Asintió repetidas veces y dejo de lado a la yegua mientras yo ataba a Liz con doble nudo al enrejado, no queremos que se vuelva a repetir lo del año pasado y nuevamente me echen la culpa a mí. —Estaba algo enojada, la he saludado, me ha respondido, ya sabes la señorita Inglaterra no puede no saludar, pero en cuanto pregunte por su ropa me ha dicho que le pregunte al idiota de mi hermano. Ella esta cabreada.

«Señorita Inglaterra» Así la llama Jonathan y Ethan cuando quieren cabrearla, ella se molesta, pero supongo que ya se está acostumbrado a ello.

—¿Dónde está? —Pregunto.

—Oh no, si no quieres ser atentado contra tu integridad física, no vayas. —Dice negando con la cabeza.

Oh vamos, no debe ser tan malo, de todos modos ella es la Señorita Inglaterra no creo que se atreva a dejar estéril a un hombre sin importar cuan idiota sea este, dudo, pero insisto:

—¿Dónde está? —Insisto. Y el encogiéndose de hombros me señala con la cabeza la casa de la abuela. Asiento y emprendo mi camino.

—No olvides que yo te lo advertí, Hermano. —Grita Jonathan y luego ríe, no sé si es porque el comentario es gracioso o porque está bromeando. Sin embargo yo sigo con mi camino y me paro en frente de la puerta de la habitación que le han designado a Olivia.

Toco la puerta con los nudillos rítmicamente. Ella abre la puerta totalmente renovada, lleva unos vaqueros —jeans— que claramente están cortados en la altura de la rodilla, y desgarrado por alguna parte, y una remera musculosa blanca. Se ve tan poco Señorita Inglaterra, debo decir.

Pero antes de que si quiera diga algo ella estrella la puerta frente a mi casi dándome en la nariz. Me apoyo en la puerta y la golpeo.

—Vamos Olivia, mínimo dime porque estas tan cabreada. —Golpeo la puerta una y otra vez, pero ella no se inmuta, puedo oír el ruido del cierre abriéndose y cerrándose a medida que saca cosas de la maleta. —Hey Olivia ¿Qué te sucede? —Vale, es una maldita orgullosa y yo estoy aquí como estúpido. —¿Es que acaso tienes la regla? —Le pregunto, ella abre la puerta y me mira como alma que lleva el diablo. Okay, ahora si esta cabreada con razón.

— ¿Cómo dices? —Escupe en mi dirección, cada palabra chorrea veneno que lleva especialmente mi nombre.

—Ya sabes, ¿Necesitas una pastilla o algo? —Mientras suelto cada palabra su rostro se va transformando de furia a indignación y luego sé que esta avergonzada por lo que le digo. —No hay razón para avergonzarse, son cosas de la…

—Eres un idiota Justin.

—Esa frase me parece conocida, creo que tengo un Dejavú. —Digo esta vez yo también cabreado, pero ¿Qué se cree?

—Cállate Justin ¿Quieres? —Ella dice tapándose los oídos como una pequeña niña de cinco años a la que le dices que Santa no es real.

Doy un paso hacia delante, empujándola con suavidad dentro de su habitación y cierro la puerta tras mi espalda.

—No, no quiero. —Le digo.

Vale, esto es como una estúpida pelea sin razón alguna. Pero aun así no me rindo. Ambos podemos jugar este juego.

Me acerco hacia ella intimidándola, posé mis brazos a cada lado de su cabeza.

—Solo terminemos esto ¿sí? —Digo suavemente, ella asiente intimidada por la cercanía de nuestros cuerpos. —¿Por qué te enfadaste?

Ella dispuesta a colaborar dice.

—Me asustaste. —Dice.

—¿Te asuste? —Ella asiente.

—No te encontraba por ningún lado y luego sales tú con tu estúpida sonrisa y…—La corto.

—¿Crees que mi sonrisa es estúpida? — Bromeo, ella asiente con una gran sonrisa. —Pero te vuelve loca. —Afirmo. Y ella rueda los ojos, sin aceptarlo ni negarlo y por el momento extrañamente me basta.

—Como decía, con tu «Estúpida» sonrisa y me enoje. No bromees con eso Justin. —Dice remarcando la palabra «Estúpida» rio y asiento, vale, si ella me lo hacía también me habría encabronado.

—Lo siento, ¿Me perdonas? —Tuerzo la cara y la miro de costado. Ella asiente y yo me acerco a su cara con el principal objetivo de rozar sus labios, ella lo nota, pero en vez de tensarse cierra los ojos y espera el tacto, pero me detengo, quiero hacer las cosas bien con ella. Y en vez de su boca me dirijo al punto en que su mandíbula se une a su cuello en un costado y la beso. Ella abre los ojos y acepta el tacto.

Finalmente me abraza y entierro mi cara entre su cuello absorbiendo y disfrutando del aroma, rozando mi nariz con su suave piel. Ella susurra algo demasiado bajo, pero era algo como «No desaparezcas, por favor»

Y así nos quedamos. 

Prohibida » Justin BieberWhere stories live. Discover now