17. La escapada

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Olivia Jones.

El corredor que conecta todas las habitaciones y el baño se encontraba especialmente solitario, para mi suerte. No solamente falta de personas, sino también la falta de ropa tirada como solían dejarla los hermanos Bieber, eso fue una gran buena cosa para mí ya que no tenía que esquivarla en mi intento de escapar. Era, en grandes mayúsculas, una inútil para estos casos, me había escapado algunas veces de mi hogar en Inglaterra, pero esta vez era muy diferente. Tenía que escapar de una casa que apenas había recorrido, no sabía sus puntos ciegos ni nada de eso que me ayudara a hacer el labor más fácil, y me sentía culpable por que la familia Bieber había depositado confianza en mí y yo al hacer esto la estaba por completo traicionando, solo esperaba que nadie se entere de mi pequeña mentirilla piadosa o sino tendré que volver a Inglaterra y sobre todo volver a la Institutriz que me había puesto mi padre por mis andanzas.

Justin había salido a quien sabe dónde hace unas horas y no había regresado, lo que me había hecho todo esto más fácil, pero me es inevitable no preocuparme por él, hemos creado un lazo demasiado fuerte estos últimos días y el sin razón aparente —o quizás a mí no me la dijo— corto aquel vinculo que nos unía.

Solo esperaba que el este a salvo este donde este y que dios no quiera que se entere de mi huida, porque enloquecerá, le dirá a sus padres y tendré que irme para siempre. Lo conozco demasiado, es tan impulsivo que es capaz de tomar su chaqueta y salir a buscarme sin tener siquiera un indicio de donde pueda encontrarme.

Esperaba que la labor no se extendiera a más de las dos de la mañana.

Baje cuidadosamente la escalera, apenas se podía escuchar la planta de mis zapatillas chocar contra el mármol de la escalera, afortunadamente no era de madera, en ese caso todo rechinaría y despertaría todo el vecindario. No, definitivamente no quería eso. Por eso me dedique especialmente en mantener la casa en completo silencio.

Orgullosa de mi trabajo, mire la casa en la penumbra desde la puerta, una vez que vi si todo estaba en completo orden, cerré la puerta detrás mío. Mi vestuario negro camuflándose con la noche me hacía sentir segura, no creía que ningún tipo ebrio o drogado tenga la suficiente audacia de ver algo en la noche, sería más bien como una sombra borrosa.

La vibración dentro de mi bolsillo me hizo saltar, pero rápidamente me di cuenta que aquella vibración pertenecía a mi celular. Con las manos temblando lo tome y desbloquee rápidamente. Por suerte, solo se trataba de Marco.

—¿Dónde estás? —La voz familiar de Marco me hizo sentir tranquila, casi pude sentir como toda la adrenalina salía de mi cuerpo. Vaya, se sentía tan bien. Trate de ver el cartel que se encontraba en la esquina, el cual indicaba las calles.

—No puedo ver bien, pero hay una lencería en la esquina. —La voz me temblaba. Dios, estaba tan nerviosa, yo no quiero hacer esto, pero no puedo dejar solo a Marco.

—Perfecto. —Pude escuchar la burla en su voz. Podía ver venir una de su bromas-para-nada-graciosas. —Nos dará tiempo de tomar un lindo conjunto, ¿Te gusta el encaje negro, no es así?

Bufe. —Es medianoche, todo está cerrado.

—Nunca dije que lo compraríamos. —Dijo.

—Marco…—Mi voz delataba mi enfado.

—Solo lo tomaremos y dejaremos el dinero en el mostrador, junto a una linda nota de agradecimiento. —Su voz delataba la risa contenida. —Puedo ser educado ¿no lo ves?

—Claro. ¿Dónde están? —Digo para no agregar más.

—Estoy tomando el conjunto que te prometí. —Dijo. Rápidamente di la vuelta hasta el negocio donde vendían lencería, allí se encontraba estacionada una furgoneta similar a la de Jonathan, solamente que en negro. Maldición, sí que eran silenciosos, ni siquiera había oído al motor ronronear, deben de haber puesto un silenciador demasiado bueno.

Corrí hasta la furgo, justo cuando estaba en frente de ella mi celular vibro nuevamente y la imagen que había tomado una vez a Justin apareció en pantalla.

Maldición, no esto no puede estar pasándome, no, no, no.

La puerta de la furgo se deslizo hacia el costado y me dejo ver a un Marco completamente diferente al que vi unos meses atrás, su cabello rubio estaba más claro que nunca, pero aún conservaba el tono dorado que amo, los ojos negros y brillantes que había visto la vez pasada habían sido reemplazados por unos ojos cansados y apagados, y con manchas negras debajo de ellos, su cuerpo aun tenia aquella forma atlética y en forma que tanto lo caracterizaba, pero ahora se notaba más flaco y encorvado. No se veía mal, solo diferente. Muy diferente.

El vio mi mueca horrorizada y rápidamente reacciono. —¿Quién es? —Pregunto. La voz de las llamadas no se comparaba en nada a la voz del hombre que tenía en frente. Se escuchaba mucho más ronca y quemada en persona que por teléfono.

—El hijo de la familia con la que me quedo. —Digo, con la mano temblando y el celular aun vibrando. En un latido dejo de sacudir mi mano, pero a los segundos volvió a sonar.

—Apágalo. —Dijo rápidamente Marco. —Esos celulares tienen GPS, si el niño descubrió que no estabas no tardara en localizarte y nos pondrá a todos en peligro.

Mi mano duda en corresponder a su orden. —Pero, ¿Si lo apago no se preocupara y llamara a la policía?

—El chico no querrá meter a la policía en esto. —Dijo negando con la cabeza. Su cabello se sacudía en cada movimiento que hacía. —Siempre lo complican todo, y estoy seguro que él lo sabe. —Lo dijo tan seguro de sí mismo que mi mano rápidamente subió hasta el botón de apagar, presionándolo hasta que la pantalla quede por completo en negro. —En caso contrario, si llamara a la policía, ellos no harán nada. Debe haber más de cuarenta y ocho horas de desaparecida para hacer la denuncia y que algo se movilice, de todo modos nunca hacen algo muy relevante.

—Bien, terminemos con esto. —Digo y hago que Marco entre para así poder entrar yo también. Dentro de ella, se encontraba como conductor Paul, un viejo amigo en común que teníamos, en el asiento de co-piloto estaba Lena, la novia de Paul desde que tengo memoria y más atrás estaban Mike junto con una rubia que mostraba indiscriminadamente la mercancía. Justo cuando la vi, mire directamente a Marco levantando una ceja por la indignación. Eso era degradante.

—Ella esta con Mike. —Dice rápidamente comprendiendo mi mueca de disgusto, niego con la cabeza para demostrar mis pensamientos sobre que nunca cambiaran.

—Bien, hagámoslo. —Saque el fajo de dinero dentro de mi chaqueta, en la parte interna. Lo tendí hacia Marco, pero cuando él estaba a punto de tomarlo lo retire del aire y lo aprisione contra mi pecho. —Antes de que te de esto debes prometerme una cosa.

—Escúpelo. —Dice con determinación.

—Prométeme que no volverás a hacerlo. —Digo. No quiero volver a pasar por lo mismo. Para mi suerte, se exactamente cuando me miente porque sus ojos son como dos puertas a su alma. Su gran debilidad. —Promételo. —Digo cuando sus ojos dudan en mi dirección.

—Lo promete, Olivia. —Dice Paul desde el asiento del piloto. —Mantendremos al chico en la mira. —Dice, pero yo sigo esperando a que Marco conteste.

—Lo prometo. —Dice finalmente. Antes de lanzar el montón de billetes en su dirección escruto sus ojos, para ver si realmente lo jura. Feliz por saber que él no sería capaz de romper una promesa, le tiendo los billetes.

—Gracias. —Digo.


Prohibida » Justin BieberWhere stories live. Discover now